Las fiestas patronales y la música popular que las acompaña conforman un binomio indivisible a lo largo de la geografía navarra. La suspensión de las celebraciones festivas ha supuesto un gran varapalo para las charangas, un gremio que contaba con prácticamente todo el verano ya planificado. "Teníamos cerrados 80 días para tocar, unos 40 de ellos en localidades de Navarra", explicó Armando Trincado, miembro de la Txaranga Riau Riau, una agrupación nacida en la Ribera con más de 20 años de historia.

Otra de las bandas con gran tradición y muchas notas a sus espaldas es la Txaranga Malatxo de Tafalla, los cuales tenían ya un 90% de fechas fijas en el calendario que de momento se han tenido que aplazar. Una de las cancelaciones más dolorosas son las fiestas de San Fermín, una feria especial para la charanga, pues como manifestó Iñaki Sádaba, saxofonista de la agrupación, "era un año de celebración porque hacíamos 20 años con la peña Anaitasuna y conforme va llegando la fecha te va afectando".

De momento, los músicos se muestran expectantes ante el desarrollo de los acontecimientos, aunque tal y como afirmó José Antonio Malo, músico de la Txaranga Riau Riau, "ningún Ayuntamiento quiere asumir responsabilidades ahora mismo por miedo a un rebrote". A pesar de esta ausencia de actuaciones, las charangas continúan con su puesta a punto porque, según expuso Trincado, "tenemos que estar preparados como el torero que solo tiene una tarde para torear y tiene que dar el máximo".

Las Redes Sociales también sirven para paliar mínimamente el hueco dejado por su música. Es el caso de la Txaranga Stropizio de Fitero, una banda en crecimiento que durante el confinamiento decidió animar a sus seguidores con vídeos de algunas de sus obras. También la Txaranga Malatxo busca la cercanía con sus seguidores, así Sádaba comentó que "una de las cosas que estamos haciendo ahora mismo es colgar y publicar cosas en las redes sociales para estar visibles de cara a la gente que nos sigue".

consecuencias En un mundo que ha experimentado una enorme profesionalización en los últimos años, el perjurio económico para los músicos será importante. Así lo expuso Trincado, quién afirmó que "hace años esto era un complemento económico, pero en los últimos tiempos nos han exigido hacernos profesionales cotizando dentro del Gremio de Artistas. Nosotros hacemos un parón en nuestros trabajos desde junio para dedicarnos a la charanga y este año tendremos que buscar otro cosa".

La facturación para este tipo de agrupaciones supone alrededor de unos 50.000 euros desde mediados de marzo cuando comenzó el confinamiento hasta el final de la temporada.

Uno de los colectivos más afectados económicamente entre los txarangueros son los estudiantes. David Yanguas, alumno de saxofón y músico de la Txaranga Stropizio, apuntó que "a los estudiantes nos afecta más porque con el dinero que ganamos tocando nos permite pagarnos todo el año fuera de casa".

Si el verano se presenta extraño para todo el mundo, para quienes llevan muchos años consecutivos siendo partícipes de las fiestas patronales será sin duda más complicado. "Como Txaranga Riau Riau llevamos 23 años y son muchos pueblos donde haces relaciones tremendas. En mi caso particular llevo toda una vida en este tipo de agrupaciones", explicó Manolo Frías, veterano músico. También se expresó en este sentido Javier Yanguas, miembro de la Txaranga Stropizio, el cual reveló que "lo que más te fastidia es no poder acudir a lugares donde llevas muchos años y te tratan muy bien como Soria o Medina de Pomar (Burgos) y sobre todo nuestro pueblo, Fitero".

reivindicación A pesar de la grave situación, Trincado se mostró optimista y quiso reivindicar el papel de la música afirmando que, "la salud física es lo más importante, pero también lo es la salud mental. La gente necesita salir, hablar, relacionarse, tener un aliciente y la música puede colaborar a ello".

La ventaja de estas agrupaciones es su versatilidad, lo que les permite realizar una gran variedad de actuaciones durante las fiestas. Rubén Alvero, miembro de la Txaranga Stropizio, afirmó que "se pueden renovar los actos festivos, por ejemplo se puede cambiar un pasacalles por la noche donde no puedes asegurar la distancia de seguridad por pequeños conciertos", a lo que Trincado añadió que "nosotros nos podemos reinventar, pero los que tienen que replantear el sistema de las fiestas son los Ayuntamientos".

Las charangas, entendiendo el difícil escenario actual, hicieron hincapié en la problemática de no poder celebrar actos festivos y/o culturales durante el verano. "Se están planteando retomar muchas cosas y el tema de la cultura está un poco de lado. Las fiestas de los pueblos son muy importantes y hay mucha gente que se dedica y vive de eso", dijo Sádaba.

Más crítico se mostró Malo, quién opinó que "durante la cuarentena todo el mundo decía viva la música, pero ahora se nos deja de lado. No es normal que se pueda ir a la playa y que a la vez se suspendan todos los actos festivos. Creemos que cumpliendo la normativa hay actividades que se podrían efectuar".

En este mismo sentido, Andrés Bozal, saxofonista y batería de las txarangas Riau Riau y Stropizio, también se mostró a favor de la vuelta de la música a las calles. "Si todos los gremios están funcionando, como por ejemplo el fútbol, a su nivel las charangas o las orquestas deberíamos poder también", indicó.

Por todo ello, los integrantes de estas formaciones se mostraron cautelosos, ya que como opino Frías, "entendemos que es muy difícil el papel de los Ayuntamientos porque no se sabe ni se puede asegurar nada", las charangas se niegan a tirar todavía la toalla. "Creo que podemos llegar a hacer alguna actuación, pero no compensará lo que salíamos hacer en un verano normal", sentenció Malo.