Nasuvinsa prevé comenzar las obras de la urbanización del Horno de Coscolín después del verano con un coste estimado de 7,6 millones de euros y 400.000 del Ayuntamiento de Tudela. La duración de los trabajos será de unos dos años y se tendrá especial precaución y atención a los restos arqueológicos que se espera puedan aparecer, dado que se encuentra en el corazón del casco antiguo de la capital ribera y muy cerca de la antigua mezquita y la actual catedral.

Así lo explicó ayer jueves el vicepresidente del Gobierno y consejero de Ordenación del Territorio, José María Aierdi, en una reunión abierta con vecinos que organizó Geroa Bai en Tudela, donde señaló que aunque en un principio se anunció que se realizaría en dos fases se hará finalmente en una sola ya que “si los trabajos de todo están en una única mano será más eficiente en el desarrollo y economía de la obra”, tal y como indicó Alberto Bayona, gerente de Nasuvinsa, que calificó el proyecto de “ilusionante” para Nasuvinsa.

Tanto Aierdi como Bayona, hicieron especial hincapié en lo riguoroso y dedlicado que se va a ser con los restos que puedan aparecer, no en vano se han realizado ya 22 catas. “Por este motivo hemos reducido el parking a 24 plazas porque podía haber sido mucho más amplio”, señaló Bayona. Aierdi añadió que “este proyecto no es sostenible economicamente, lo es a nivel social y de historia de la ciudad donde este entorno tiene un papel fundamental. Se primará ese objetivo frente a otros posibles aprovechamientos. De hecho el parking se hará en la medida que sea posible”.

Finalmente se construirán 4 edificios, 24 viviendas, la mitad en régimen de compraventa y la otra mitad en alquiler, de las que 9 serán para jóvenes y 3 en régimen general. También habrá en el parking 24 plazas y 3 locales comerciales de diferentes tamaños con la intención de dinamizar la zona. Las viviendas tendrán un consumo casi nulo, con ladrillo caravista y suelo radiante “se trata de que sea un tractor para la regeneración urbana”. Por otro lado el Ayuntamiento realizará la urbanización de la plaza con un coste de unos 400.000 euros.

El ascensor urbano que se iba a instalar para salvar el desnivel que existe no será finalmente sufragado por el Ayuntamiento, que ha reducido a la mitad su inversión con respecto a lo previsto en 2019, sino que se ha integrado en uno de los portales para que, de esa manera lo pague Nasuvinsa. “En 2017 se habló de una inversión de 3 millones, que finalmente van a ser casi 8 millones. También la urbanización de la plaza ha ido cambiando y se ha pasado de los 800.000 euros iniciales de inversión en obras y mobiliario urbano a la mitad. Se han ido haciendo ajustes en los materiales para que pudiera encajar en el precio”, explicó Bayona.

Aierdi y Eneko Larrarte, director general de Vivienda, destacaron el papel que tuvo el Gobierno en 2017 en retomar la recuperación de la zona de Coscolín. “No se avanzaba por la falta de una apuesta pública, consecuencia del modelo de política de vivienda de anteriores gobiernos. Se buscaban nuevos desarrollos frente a tratar de que la ciudad consolidada fuera la piedra angular. A partir de 2015 hay otra visión más social del nuevo gobierno”. En el mismo sentido se pronunció Larrarte, alcalde de Tudela en 2017, que apuntó que “fue un gobierno preocupado por la problemática local y por lo más cercano, que escuchaba y que tenía grabado a fuego el sello de potenciar lo público”. El vicepresidente mostró su extrañerza cuando vio en 2017 que una zona como la de Coscolin se encontraba junto al Ayuntamiento, la catedral y en el corazón de Tudela y no se había actuado. “Era incompresnible que a esa distancia del Ayuntamiento y de la tadreal hubiese ese descampadoque más parecía de Kosovo”