A los pies de la Sierra de Lokiz, en un entorno rural privilegiado, algo desconocido y en el centro del triángulo que forman Pamplona, Vitoria y Logroño está situada la Casa Berrobiaenea, un hospedaje rural construido durante diez años con materiales sostenibles. Víctor Alsasua Egea conoció Narcué, una pequeña localidad de apenas 20 habitantes, en 2006, cuando realizaba una ruta con un amigo por el Valle de Lana. Fue amor a primera vista. En un primer momento, Víctor pensó en comprar una propiedad para trasladarse a vivir allá y construir invernaderos, pero esa idea se fue transformando hasta lo que hoy es una casa rural que se ha incluido en el stand de Fitur.

"Me llamaron de turismo de tierra Estella porque habían seleccionado la casa para el stand de Fitur por ser una casa de construcción sostenible", narra Víctor. La clave de la sostenibilidad de la vivienda está en los materiales que se utilizaron en su reconstrucción. "Usé cal en vez de cemento, acero en vez hierro y corcho de alcornoque, un aislante natural".

El alojamiento se estrenó el año pasado tras más de diez años de construcción que Víctor pudo llevar a cabo gracias a la ayuda de su entorno. "Cuando la compré, no era muy consciente de la obra que suponía. Me ha costado más de diez años rehabilitarla prácticamente entera. Cambié los muros, el tejado y la vacié entera. Lo único que mantuve fueron las vigas centenarias, porque le dan la esencia a la casa", narra Víctor. El diseño ha sido un trabajo común de Víctor, su y María Victoria Gambra, vecina de Narcué y es encargada de recibir a los huéspedes y hacer que se sientan como en su casa.

Vida para el pueblo

La creación de este hospedaje fue un respiro para los habitantes de Narcué ya que, como en muchas localidades navarras, temen por la despoblación de este valle. "Estos negocios dan vida al pueblo. Cuantas más personas se arrimen por aquí mejor, sobre todo si tienen respeto por nuestro entorno. De este modo, el pueblo puede prosperar", asegura José Miguel Gabiria, alcalde de Narcué, que confiesa que disfruta enseñando a los turistas las maravillas que tiene este valle.

De entre todos los huéspedes que ha tenido la Casa Berrobiaenea, recuerda con especial ilusión un grupo de jóvenes a las que les enseñó las luciérnagas. "Nunca la habían visto porque en Valencia desaparecieron y les hizo mucha ilusión. La misma que me hizo a mí mostrárselas", explica José Miguel, que añade que es una forma de intercambiar cultura y contrastar datos con las personas que vienen de fuera.

Para él y el resto de habitantes de Narcué esta casa rural y las pocas que hay en la zona suponen una garantía para este entorno. "Viendo esto, igual nos están abriendo los ojos sobre nuevas formas de que el pueblo sobreviva. Hay cosas que hasta que no las ves, no te las planteas. Es una garantía. La gente nos habla de su tierra".

La corta vida de la nueva Berrobiaenea ha albergado ya a familias, parejas y grupos de amigos y amigas de diferentes comunidades y todos ellos coinciden en que su mayor virtud es la tranquilidad que aporta tanto ella, como su entorno. Un lugar donde los turistas que caen aquí pueden habitar y convivir con la naturaleza de su alrededor e intercambiar culturas y tradiciones con los habitantes de su valle.