- El alcalde Enrique Maya acudió ayer a la misa celebrada por la mañana en la parroquia de San Lorenzo con motivo de la festividad de San Fermín, ocupando un sitio preferente en la capilla donde se ofició. Fue el único representante de Navarra Suma en asistir, después de que el Arzobispado cursara una invitación al Ayuntamiento para que los corporativos pudieran estar presentes -previa confirmación- en los actos religiosos programados para las fechas de San Fermín (6, 7 y 14) pese a la suspensión de las fiestas.

EH Bildu, PSN y Geroa Bai decidieron no acudir -en el caso de la coalición abertzale no asisten nunca, pero los ediles de los otros dos grupos sí- al considerar que entraba en contradicción con el mensaje oficial de no participar ni impulsar actos que pudieran evocar a los Sanfermines; y que no tenía sentido pedir un esfuerzo a la ciudadanía si el primer representante de los pamploneses actuaba al margen de esos criterios en el caso de las celebraciones de índole confesional.

El alcalde, sin embargo, aseguró desde el primer momento que pensaba asistir, con el argumento de que lo iba a hacer a título individual y que las críticas se debían a que se trataba de un acto religioso. También defendió su postura delante de la presidenta del Gobierno foral María Chivite, cuando ambos comparecieron de forma conjunta en el Baluarte para reclamar responsabilidad a ciudadanos y hosteleros de cara a evitar aglomeraciones, y ayer volvió a emplear la misma justificación: "Vengo a título personal".

Lo hizo a las puertas de la capilla de San Fermín, delante de un montón de periodistas que esperaban su llegada y que le preguntaron por las razones de su presencia en la celebración. Y ahí Maya, que vino con el coche oficial y escolta de Policía Municipal, tuvo que reconocer lo que todo el mundo ya sabía: "Evidentemente soy el alcalde de la ciudad y no me puedo dividir, y siento también que represento por lo menos a los de mi grupo municipal (Navarra Suma), que todos hubieran estado encantados de venir, pero por la situación, por el aforo, por las dificultades que hay, nos ha parecido más prudente que viniera yo solo".

No se quedó ahí el alcalde, que en tono poco convincente declaró no esperar la gran expectación generada para comprobar cuántos concejales de su grupo municipal acudían finalmente a la celebración de San Fermín. Rodeado de micros y cámaras, Maya dijo sentirse "sorprendido" del número de periodistas presentes en el lugar y que "venía tranquilamente a la misa de San Fermín y he visto que era noticia. Estoy bastante sorprendido de cuántos medios estáis aquí", apuntó instantes antes de acceder al templo.

Ya dentro, el ciudadano Maya tenía reservado un sitio en el primer banco de la capilla, desde donde siguió la celebración religiosa oficiada por el arzobispo Pérez en la parroquia, donde se había establecido un aforo máximo de 282 personas con la obligatoriedad de llevar mascarilla. Un sistema de control organizado por personal parroquial permitió controlar el número de asistentes, que fue subiendo hasta completar el aforo máximo mediada la celebración.

En los exteriores de la parroquia apenas hubo gente. Solo al final de la misa se congregó una treintena personas, la mayoría vestidas de blanco y con el pañuelo rojo, que no pudieron acceder a la iglesia hasta que fue desinfectada de nuevo.

"El capotico" contra la pandemia. El arzobispo Francisco Pérez, fue el encargado de oficiar la misa, en cuya homilía animó a pedir al santo que "nos ayude a vivir la autenticidad de la realidad humana y nos eche el capotico en este nuevo tiempo" y que "así se cumple el auténtico humanismo que nos enseña San Fermín. Él fue mártir por ser coherente con la fe y rompió el mito de que para ser buena persona conviene acomodarse a las ideologías de turno".