Así empezaba la esquela que publicó la familia de mi amiga de la infancia, Reyes Barrero Herrero, publicada por este periódico el 21 de febrero de este año.
A los que tuvimos el honor y el privilegio de conocer a Reyes no nos extrañó que ese fuese el titular de su esquela. Esa es la Reyes que recuerdo como compañera de colegio y de instituto primero en el Colegio Público Vírgen de La Oliva en Carcastillo y después en el Instituto de Bachillerato Marqués de Villena de Marcilla durante los años ochenta y principios de los años noventa. Como era común en muchos pueblos de Navarra durante aquellos años, la mayoría de los chicos abandonaba los estudios pronto, en muchos casos sin conseguir el graduado escolar, así que fui el único chico de nuestra “quinta” de Carcastillo que continuó los estudios de BUP y COU en Marcilla. Durante todos esos años Reyes fue una gran amiga y compañera de estudios, algo que puede no sonar a mucho salvo que esos años también coincidieron con lo más duro de lo que se vino a denominar “los años de plomo”. El motivo por el que me crie en Navarra fue el destino de mi padre como Guardia Civil activo en Navarra hasta el año 1992. Los años de 1981 a 1992 estuvo destinado en el puesto de Carcastillo.
Durante aquellos años en Reyes sólo encontré amistad y cariño. Recientemente me contactó para invitarme a una comida que los quintos de 1992 de Carcastillo organizaron en 2017. Mi vida profesional se ha desarrollado desde el año 2000 en Carlifornia, en una zona que la prensa denomina “Silicon Valley” en dónde trabajo como ingeniero de software en una empresa de ciberseguridad. Debido a la distancia y los distintos compromisos no pude asistir, pero recibí una foto de la celebración en la que salían Reyes y los demás compañeros y compañeras que tuve durante esos años.
Me enteré del fallecimiento de Reyes el domingo 19 de febrero. Desconocía que había estado luchando contra una terrible enfermedad durante un año y la noticia me sentó como como un jarro de agua fría. La última vez que tuve la oportunidad de hablar con Reyes, si la memoria no me falla, fueron las navidades de 2018, que son las últimas navidades que he pasado en España. Aunque hacía muchos años que no la veía, ella fue la que tomó la iniciativa de venir a visitarme cuando se enteró que estaba en Carcastllo y estuvimos hablando como si no hubiese pasado el tiempo. He sentido una gran tristeza desde que me enteré del fallecimiento de Reyes y desde estas líneas quiero enviar un fuerte abrazo a su marido Haritz e hijos Xabier y Aintzane. A Reyes le tengo el mismo cariño ahora que seguro que está en el cielo que el que le tuve cuando estuvo en la tierra.
*Fernando Gómez trabaja como ingeniero de software en Silicon Valley, California-EEUU.