Ya se va al campo verde, al monte extenso, acompañando al romero, a paso lento y tranquilo, sereno como acostumbra. Caminando esbelto, zancada morena, no ha de volver la mirada para saber de su siembra. Crece, en su simiente, amor sincero, amistad verdadera, nobleza pura, bondad profunda, cariño indeleble, ternura infinita, entrega abnegada.
Con la primera luna llena, inmensa de primavera, ha cogido la vereda. Platearán sus huellas como un cielo estrellado, será su rastro hermoso sobre la tierra tierna; al fin lo encontraremos en
la absoluta belleza. Vendrá a nuestro pensamiento con el viento fino, en la espumosa corriente de un río, bajo la sombra fresca de un árbol, en la confesión del crepitar de un fuego , con las lluvias generosas de abril, en las hojas abatidas de un otoño, al filo herrumbroso de una navaja, en la naturaleza protectora, con los animales todos, a través de la fina ironía, en el humor innato, en el basto conocimiento, con pastoriles lecturas.
Será, nuestro recuerdo en él, dichoso por completo, feliz grandiosamente de haberlo disfrutado, enormemente hermoso por tanto compartido. Y a la ausencia que nos deja, al enorme espacio brutal, a la tristeza implacable, combatiremos con paz templada, con calma dulce, con felicidad plena, con tranquila serenidad por la fortuna sentida de haber sido un pedazo de su total corazón, de su hermosa humanidad…por haberle querido tanto.
Hoy se marcha, para siempre queda, un hombre bueno.