Hace unos años, por esas cosas que tiene la Administración Pública, tuvimos que despedirnos de Joaquín. Su plaza la ocupaba otra persona, y nos quedábamos sin un conserje muy querido por quienes trabajamos en el Palacio de Ezpeleta. Como detalle le regalamos una mochila de la Escuela de Educadoras, un “lujo” reservado a las visitas de importancia y que nadie del personal había recibido. En menos de una semana, también por esas cosas que tiene la Administración, Joaquín estaba de vuelta. A la alegría que nos dio volver a tenerle a nuestro lado se sumó el cachondeo con el que lucía su nueva mochila de la Escuela de Educadoras, que trajo todos los días hasta que se rompió de vieja.
Hoy escribimos esta carta desde el agradecimiento profundo que sentimos hacia Joaquín tanto en la Escuela de Educadoras y Educadores como en la EOIDNA y en el Consejo Escolar de Navarra. Queremos darte las gracias por habernos dejado compartir tantos momentos buenos contigo. Por tu saber, tu paciencia, tu amabilidad y por ese cachondeo con el que hacías más agradables todas las conversaciones.
Ha sido un placer trabajar contigo por tu manera de transmitir, siempre dispuesto a ayudar. Ha sido muy edificante ver cómo te documentabas, ese afán que tenías por aprender sobre cualquier parte de tu oficio y trasladarlo a quienes trabajamos contigo. Hemos aprendido mucho de ti, y hemos sentido siempre tu apoyo tanto en lo profesional, como en lo humano.
Esta vez te ibas en serio, pero no hemos estado ágiles para despedirnos en persona. No sabemos qué mochila te llevarás para este viaje, pero en las nuestras guardamos con inmenso cariño todos los momenticos que hemos vivido: los trabajos esforzados, las bromas permanentes, los momentos de tensión que siempre sabías cómo convertir en risas, tu ayuda inestimable en cualquier momento, el buen ambiente que generabas.
Joaquín, te queremos y te echamos mucho de menos.