Adiós a Iñaki Iriarte, excalde y motor de Lerga
"... No sabía que la luz de esa clara mañana era luz de su último día" (S. Rodríguez)
Hace unos días que Lerga se resiente por la pérdida de Iñaki Iriarte Marco, exalcalde, vecino y amigo. Como cada mañana, la del primer día de abril, salió a caminar por el paisaje luminoso de viñas y olivos de Lerga. A su regreso, un infarto fulminante acabó con su vida en la puerta de su casa.
El pueblo y el Ayuntamiento quedaron consternados. Perder a un vecino querido siempre duele y en un municipio pequeño de 37 habitantes, en este caso de la Val de Aibar, en la Comarca de Sangüesa, la pérdida es más notable. Más aún si fue un hombre implicado y apreciado en el municipio. Iñaki lo fue. Se comprometió durante veinte años, cinco legislaturas, desde 2003, estuvo al frente del ayuntamiento lergatano como independiente y progresista. En las últimas elecciones, le sustituyó Txaro Zabaleta Pérez.
“Nos ha dejado un poco cojos”. Para mí era un referente, mi mentor, el que me animó a presentarme. ¡Venga Txaro, que tú tienes que seguir! Me dijo que me ayudaría y contaba con él para todo. Era súper participativo, buen conocedor de las cuestiones municipales, con una memoria extraordinaria”, declara. En medio de su pena, la alcaldesa siente alegría por la emotiva despedida. “Yo no había visto nunca tanta gente en un funeral en Lerga. Le despedimos como él se merecía porque trabajó por el pueblo y a su vez estuvo muy comprometido con la comarca, en el sindicato, la cooperativa, en el ayuntamiento…”. Se nota su ausencia, en la calle, “en el parlamento”, como llaman en Lerga a las reuniones vecinales diarias para debatir cuestiones. “Nos juntamos todos los días. Justamente el día anterior, yo comenté que necesitaba ocho personas para participar en un curso de uso de móviles y él me dijo: “Si hace falta, apúntame.” Se podía contar con él para todo”, reconoce la alcaldesa. Admiraba su disposición, su sencillez y su serenidad en los peores momentos. “Nunca se enfadaba ni guardaba rencor a nadie”, expresa.
Alegre y combativo
Por mi parte, en el ejercicio de mi profesión descubrí la dedicación y talante de Iñaki Iriarte. Salía a mi encuentro con su figura característica: las gafas bajo su visera, su barba y su infalible sonrisa. Me mostró su papel dinamizador en el pequeño pueblo al que se entregó con entusiasmo. Iñaki transmitía la autenticidad de la vida rural, el valor de las pequeñas cosas, su buen hacer y dedicación con alegría. Le conocí en 2011 en la Tercera Fiesta del Vino de la Baja Montaña-Mendi Behera. Era itinerante y aquel año le tocó a Lerga. Después se quedaría fija como el Día de la Vendimia y tuvo en él el mejor anfitrión hasta 2022, su último año como alcalde. “Esta fiesta me produce mucha alegría”, me confesaba. Era para Iñaki un día especial, de recuerdo del pasado vinícola en el que se volcaba desde las primeras horas de la jornada. Él mismo iba a recoger las uvas de sus cepas para su posterior pisada y elaboración del mosto que él repartía en la jarra de barro. Disfrutaba viendo cómo el pueblo se multiplicaba ese día con un ambiente extraordinario y más de ochenta comensales. Lo suyo era hacer, sumar, un “contar conmigo para lo que haga falta”. “En los pequeños pueblos todo el mundo tiene que arrimar el hombro, y el alcalde, el primero”, afirmaba convencido. Ese día, era uno más entre los Kantuz de la zona, con otra de sus imágenes típicas: pañuelo de cuadros al cuello y cancionero en mano. Igualmente, hacía gala de su carácter alegre en las fiestas de agosto, o en el Día de la Merindad en las fiestas de Sangüesa, al que estaba invitado como alcalde. Lo fue también mancomunado, en el grupo de ayuntamientos progesistas.
El carácter combativo lo demostró Iriarte cuando capitaneó la lucha vecinal contra el arzobispado por la recuperación del despoblado de Abaiz, con sus tierras y la iglesia prerrománica de Santa Elena. La Iglesia inmatriculó en 2011 la propiedad del Ayuntamiento desde 1877. Iñaki encabezó las asambleas de los domingos en la primavera de 2012. Animó a los vecinos a personarse en el Juzgado de Aoiz para reclamar su propiedad y a colocar carteles en las casas. En los días amargos de la lucha, no decayó. No quería enfrentamientos con la Iglesia, “solo recuperar, conservar y fomentar el patrimonio”, recalcaba. No se amilanó. “Sabemos que tenemos por delante una lucha fuerte, pero tenemos más claro todavía que Abaiz es del pueblo”, mantenía la idea con firmeza. Le dijo al párroco: “Si ganamos, lo celebraremos” . Lo veo allí, en las ruinas de Abaiz, el día espléndido e inolvidable para los vecinos de Lerga. El 14 de octubre de aquel año levantó la copa y brindó por “la reconquista”. “Este es un gran día para todo el pueblo que no ha dudado ni un momento en pelear por lo que consideraba suyo”. Tomó después parte activa en la recuperación en auzolan del despoblado, con la ayuda de la Asociación Cultural de Amigos de Abaiz, algo que le enorgullecía.
Como alcalde de un municipio cuya población merma de censo en censo, Iriarte reivindicaba mayor respaldo de la Administración al medio rural y estaba convencido de que todas y todos “tendrían que pasar por el ayuntamiento al menos cuatro años. No es díficil”, afirmaba. Acusaba la despoblación mitigada por el regreso de la generación de jubilados que mantiene el pulso. “Las casas no se han cerrado y se están recuperando. Vamos haciendo cosas” . No se desanimaba y en verano, aumentaba su alegría. Le llenaba la belleza, el cuidado y la convivencia en armonía en Lerga. La ilusión era su motor: “Es fundamental para andar y para que salgan las cosas en los pueblos pequeños”, decía. Él supo dar visibilidad al suyo. Agricultor jubilado cumplió los 74 años al pie del cañón, dos años antes de su fallecimiento. Con la entrega generosa de personas como Iriarte, los pueblos pequeños se ensanchan, junto al apoyo vecinal y el asesoramiento decisivo de la secretaría municipal. Si además el Gobierno empuja, miel sobre hojuelas.
A Iñaki se le echa de menos en Lerga. Todos los días, por la mañana en la plaza, cuando llega la camioneta del pan y por la tarde, en el parlamento. Su entrega con amor ha dejado huella. Escrito está: “El Ayuntamiento y tu pueblo siempre te recordaremos” . Le guardarán en la memoria familiares, amigos, amigas; alcaldes y representantes municipales de la Val de Aibar y de la Comarca de Sangüesa con quienes compartió trabajo y vida. No faltaron a darle un sentido último adiós, con el Agur Jaunak del Kantuz.
Lerga con él era un abrazo.
Iñaki Iriarte. Goian Bego!