Iba para arquitecto, aunque siempre ha dicho que le gustaba más el dibujo que la técnica, cuando un viaje a París le cambió su universo y regresó a Euskadi decidido a ser actor. En ello lleva cuarenta años y no le faltan proyectos. Teatro y cine ocuparán sus próximos meses.

PERSONAL

Edad: 68 años.

Lugar de nacimiento: Donostia.

Trayectoria: Ha trabajado en películas como 27 horas, A los cuatro vientos, Música de viento, La gente de la Universal, El día de la Bestia, La hora de los valientes, Héctor, Frío sol de invierno, Aupa Etxebeste!, Locos por el sexo, La herida, Baztán, Txarriboda, Handia, Errementari, Agur Etxebeste! e Irati. En televisión ha estado en Médico de familia, Go!azen, Eskamak kentzen, Goenkale, Bertanzoro, Balbemendi, Bentaberri, Bi eta bat, Flamingo berria, Duplex, El incidente, DBH y En el corredor de la muerte.

Parece que se ha convertido usted en un actor fijo del director Paul Urkijo.

He estado en la dos que ha hecho, Errementari e Irati, que es una película épica donde yo soy un fraile, pero con un carácter político. El fraile es una especie de mediador. Además de su misión eclesiástica también tiene labores diplomáticas. Tiene cierto poder y ejerce su influencia entre los nobles de aquellos tiempos.

Mirando su carrera, le han visto cara de cura...

Puede ser, aunque son muy diferentes los personajes; nada que ver el cura que hice en Go!azen con el fraile de Irati. No son las mismas épocas y esos tiempos marcan un diferencia fundamental entre ambos papeles.

Irati se estrenará en el Festival de Sitges en octubre. ¿Qué le parece la oportunidad?

Un buen escenario para que se vea por primera vez una película de género fantástico. Creo que ese festival le va a ir estupendamente a esta peli.

Si tuviéramos que analizar estos último años suyos de trabajo...

Puedo decir que han ido muy bien. Quizá han sido los mejores años de mi carrera. Desde hace quince años estoy teniendo personajes de peso, bonitos y que han tenido repercusión. Espero que siga esta racha.

Y eso que lleva muchos ya en la profesión.

Debuté en 1982. Cuarenta años, que se dice pronto, pero es una profesión que resulta tan apasionante como...

¿Difícil?

Eso es. Es difícil porque para estar seguro muchas veces necesitas una estabilidad que esta profesión no ha tenido nunca, y seguro que no la tendrá jamás, pero yo he hecho de mi pasión por interpretar una profesión.

Tiene dos estrenos pendientes: la serie de Movistar+  ‘Apagón’ y la película de Paul Urkijo ‘Irati’.

Tiene dos estrenos pendientes: la serie de Movistar+ ‘Apagón’ y la película de Paul Urkijo ‘Irati’. Enrique Cidoncha

Porque usted iba para arquitecto.

Sí, esa fue mi primera intención. Me matriculé en Arquitectura y todo cambió cuando fui a París. La verdad es que no sé si fue una decisión la de hacer este cambio o me dejé llevar por la vida. En todo caso, creo que fue una buena decisión. Tampoco sé qué hubiera pasado si hubiera sido arquitecto, a lo mejor también estaría feliz a estas alturas de mi vida, aunque las satisfacciones que me ha dado el ser actor no creo que hubieran sido mayores de haber sido arquitecto.

Y esa decisión les habría dado un buen susto en casa.

Bueno, bueno, mucha gracia no les hizo al principio, pero se lo imaginaban, porque algunos sustos ya había dado anteriormente. Pero más que un susto, fue una novedad. En la familia no había ningún actor profesional. En Euskadi hace cuarenta años tampoco había muchos. Los que conocíamos eran gente de Madrid. La mía fue la primera promoción de la Escuela de Teatro del Gobierno Vasco.

Una escuela a la que se apuntó gente que ahora es muy conocida, tanto como actores como también grandes actrices. 

Sí. Hay muchos compañeros que como yo se apuntaron a las enseñanzas de interpretación. Era todo nuevo y para todos nosotros fue meternos en una auténtica aventura. Puedo asegurar que convertirme en actor fue una gran aventura para mí.

¿Y ha dejado de ser una aventura eso de querer ser actor?

No, sigue siéndolo, pero entonces lo era mucho más. La vida profesional de la gente era mucho más...

¿Sensata?

Ja, ja, ja... No quería decir eso. La vida profesional del actor puede ser tan sensata como otra cualquiera, pero cuando acabas un trabajo nadie te garantiza tu continuidad, es un ir al día en todo momento.

¿Tiene algo a la vista dentro de ese trabajo que tan habitualmente le surge?

Hay dos obras que están prácticamente acabadas en cuanto a funciones, y en enero estrenaré una comedia francesa. Tengo también pendiente una película para rodar en Catalunya, que se titula El maestro que prometió el mar. Estará dirigida por Patricia Font y se rodará entre septiembre y octubre.

Es una pregunta muy tópica, pero, ¿es difícil ser actor en Euskadi?

Bueno, lo es en Euskadi y en cualquier parte. Ya lo hemos hablado: es una profesión que no te garantiza nada, que no te da ninguna seguridad. Nunca sabes cómo van a ir las cosas después de que acabas un proyecto.

¿Y cómo se compensa esa inseguridad?

Sabiendo que has convertido tu mayor afición en oficio, pero insisto en que no sabría decir si en Euskadi es más o menos difícil que en otras partes. Por otro lado, muchos de los actores vascos tenemos la suerte de hablar más de un idioma. Podemos trabajar en euskera y en castellano. Incluso yo he podido hacer alguna cosa en francés.

¿Y en qué idioma prefiere trabajar Ramón Agirre?

Doy prioridad a trabajar en euskera. Creo que soy mejor actor cuando lo hago en euskera, pero también me gusta cambiar de idioma. Me divierte mucho este oficio y cuando trabajo en castellano también me lo paso muy bien.

París parece una ciudad muy importante en su vida, ¿no?

Hay una canción en euskera que si la traduces dice: Soy un artista que viene de París. Y creo que en mi caso fue así. Fue allí donde me atreví a decir que dejaba la carrera de arquitectura y decidí ser actor y hacer lo que realmente me gusta y me sigue gustando. París tiene gran culpa de lo que soy, porque esto es en lo que me convertí cuando fui allí.

Es también dibujante. ¿Fue el motivo por el que empezó la carrera de Arquitectura?

Sí, me sigue gustando y siempre tengo el lápiz y la goma al lado. Mis guiones siempre están llenos de dibujitos hechos por mí. Me ayudan mucho a memorizar. Mis compañeros se suelen reír con los dibujos que hago.

¿No tuvo tentaciones de dedicarse a la pintura o al dibujo?

También, creo que podría haber sido dibujante. El cómic me encanta. En París empecé a dibujar. Es que en Francia el cómic siempre ha sido un elemento de mucha fuerza. Es cierto que podía haberme decidido por ahí, pero la interpretación tiraba todavía con más fuerza de mí. 

¿Qué supuso el personaje de Etxebeste en su carrera?

Quizá después de Aupa Etxebeste! he tenido más trabajo que antes. No lo he calculado, pero lo cierto es que es uno de los títulos emblemáticos en mi currículo. En cine fue mi primer papel protagonista. En mi historia personal esa película siempre aparecerá con letras mayúsculas.

¿Cree que hay muchos Etxebestes en la vida real?

Debe haberlos. El otro día leí que en Europa hay un porcentaje elevado de gente que no puede irse de vacaciones porque no tienen dinero para salir fuera de su casa.

Pero eso no quiere decir que hagan como los Etxebeste, que se queden en casa y fingen unas vacaciones.

Seguro que alguno utiliza esa triquiñuela. Claro está que serán los menos, pero seguro que alguno sí que lo hace.

Ha estado en La casa de papel y también en está en el elenco de Apagón. Tiene usted un buen currículo en los tres medios.

Sí. Estoy en el capítulo que ha dirigido Raúl Arévalo. La serie se estrenará en el Festival de Donostia y después en Movistar+. Es cierto que si miras el currículo en conjunto hay muchos títulos, pero claro, no se ven algunos huecos que también ha habido. Es cierto que he hecho muchas cosas, pero también tengo que decir que son cuarenta años de profesión.

¿Cómo se llevan esos huecos que a veces son invisibles en los currículos pero que también pueden amargar la vida de un actor?

Depende mucho de cómo seas. En general soy una persona tranquila, tengo confianza en mí mismo y pienso que ya llegarán los proyectos. Hay gente que enseguida se apura y se pone nerviosa. En esas circunstancias sabes que no hay que gastar mucho y que tienes que seguir preparándote. Hay que esperar con paciencia a que te vuelvan a llamar, o también puedes generar tu propio trabajo, que es otra opción.