A pesar del título, este demoledor film (Movistar+, Prime) se visionó en nuestras salas años después de su estreno en EE.UU en el año 1971. Fue después de la muerte del dictador por motivos que veremos a continuación.

Estuve en el estreno. Fue en Versión Original Subtitulada, en aquellas salas de Arte y Ensayo y que, desafortunadamente, ya no existen y para visionar una película magistral que va más allá de una obra maestra, con escenas en blanco y negro del nuevo destino de Johnny (Timothy Bottoms) para devolvernos en color a la vida en familia y los sueños del propio protagonista antes de su reclutamiento. Al igual que Senderos de Gloria (1957), nos hallamos ante un palo antibelicista, antimilitarista y, además, una descarnada súplica a la eutanasia.

Sí, es una película dura de visionar a pesar de no mostrar violencia ni exceso de tomatina en modo explícito pero con momentos emocionantes que remiten a la tolerancia paterna (Jason Robards) o a la sanitaria (Diane Varsi). Conmueve la escena en la carpintería donde impresionan las preguntas de Johnny a Jesús (Donald Sutherland) y que éste no supo responder reafirmando que, salvo alguien muy humano, a Johnny no lo podía ayudar ni Dios.

En su desarrollo, además de lo descrito, la película tiene toques surrealistas que refieren al gran Buñuel. Dalton Trumbo, maldecido por la caza de brujas de McCarthy, fue el autor original de la novela y el guion de la única película que dirigió. Recomendable, hermosa y con un mensaje enérgicamente vigente.

En la sala me quedé prácticamente solo. La gente se marchaba porque pensaba que iba a disfrutar un western, acostumbrados a ver a John Wayne matando indios o japos. O sea, tirando al pato.