Es como una de esas series en las que hay un brusco giro de guion y la actriz principal se enfrenta a una historia que sume al espectador en el desconcierto. A partir de este capítulo clave, se abre un interrogante mayúsculo en la trama. En el caso de la donostiarra Aitana Moreno, el plot twist de su vida ocurrió con 21 años, en diciembre 2017: durante su estancia de intercambio en Chile, similar a la beca Erasmus, el autobús en el que viajaba entre la capital Santiago y Villa del Mar perdió el control y volcó en la carretera. Como consecuencia del accidente, la joven guipuzcoana se rompió la pierna derecha. Perdió varios músculos, entre ellos gran parte del cuádriceps. 

Siete años y medio después, Aitana no puede flexionar la rodilla más de 90 grados y tiene la movilidad levemente reducida. “Soy de las personas que piensan que las cosas no pasan por casualidad. Todo pasa por algo”, dice desde Madrid, donde codirige la escuela Atenea Brazilian Jiu-Jitsu Team y enseña a los niños este arte marcial que se desarrolla, principalmente, en el suelo neutralizando al rival mediante técnicas de sometimiento (derribos, llaves, estrangulaciones). “Mi vida y la de Irati (Idiakez, la estudiante de la Universidad de Deusto con la que iba en el autobús siniestrado) hubieran sido completamente diferentes. No tengo ni idea de dónde hubiera acabado, pero para bien o para mal ha sido así”. Y añade: “Estoy superfeliz de este giro tan raro y loco”. 

Tal y como lo cuenta, parece que la Aitana de 21 años que estudiaba Trabajo Social tenía una vida más o menos programada o convencional. “Lo típico -cuenta-: vives feliz en casa de tus padres, sales con tus amigas, tienes pareja y nunca te imaginas que algo así pueda ocurrirte alguna vez”. Pero ocurrió. Y de repente, “aunque suene a tópico”, subraya, volvió a abrir los ojos y su mirada ya no era la misma. Nada era igual. “Aprendes a valorar las cosas de verdad. En mi caso, trato de no perder el tiempo con personas o situaciones que no me hacen feliz. Priorizo más mi bienestar en lugar de hacer algo solo para agradar a los demás”, explica la doble campeona mundial (2024 y 2023) de jiu-jitsu brasileño en la modalidad adaptada.

Sin barreras ni fronteras


Kimura Cup. Por primera vez, el evento deportivo contó en su última edición celebrada en febrero en Barcelona con una categoría de para jiu-jitsu. Aitana Moreno se encargó de organizar y gestionar la modalidad.


Lista para viajar. Además de tener que competir en varios rincones del mundo, Aitana adora explorar diferentes lugares por placer. Solo en el último año ha visitado Lanzarote, Grecia, Portugal y París.

Nuevo capítulo

En abril de 2021 empezó un nuevo capítulo (o una temporada entera) con un preparador físico que se encargaba de su rehabilitación. En aquel gimnasio había un tatami y un día el instructor le preguntó a Aitana si quería practicar jiu-jitsu. Ella no daba crédito: “Le dije a ver si estaba loco porque desde fuera lo veía imposible. No me veía capaz de hacer nada de eso. Pero lo probé y fue un reto para los dos, ya que tuvimos que aprender a adaptar todas las técnicas”. Al ser este un deporte de contacto, ¿las personas con algún tipo de discapacidad física pueden llegar a tener más dificultades? “No”, responde con firmeza. “Al final es como con cualquier otro deporte. Mientras seas capaz de adaptarlo a tus necesidades o limitaciones se puede practicar perfectamente. Lo malo es cuando te dicen que la técnica solo se hace de una sola manera, y no es así. Todos tenemos un jiu-jitsu único y diferente”.  

Afirma con orgullo que vive al 100% de las artes marciales. Además de su trabajo en el centro madrileño, abierto en septiembre de 2022, aspira a ganar más títulos mundiales y desarrollar una exitosa carrera deportiva. Su meta más inmediata: afianzarse en el jiu-jitsu brasileño para personas sin discapacidad. De momento, ya es cinturón morado. “Ese es mi reto personal. No quiero quedarme solo en el para jiu-jitsu”, concluye.  

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Aitana Moreno Corta. [Foto: Cedida]