El cuerpo de las mujeres ha sido objeto de controversia a lo largo de la historia. Nos define y nos estereotipa mucho más que a los hombres. Las normas, los gustos, las modas y las imposiciones sociales de cada momento determinan cómo debemos ser, pensar, qué debemos aparentar… En Lo que el cuerpo nos cuenta, Marga Sánchez Romero demostrará que en las sociedades del pasado el cuerpo también se utilizó de forma política, para expresar sentimientos de pertenencia, identidades individualizadas, etc. y que las lecturas que se han hecho desde la arqueología “han usado el cuerpo de las mujeres en la prehistoria para hacer política también en la contemporaneidad”. 

Una de las ideas que cabe destacar de este libro es que conocer a las mujeres de la prehistoria es conocernos a nosotras. ¿Qué versión cree que conocemos menos, la nuestra o la de las mujeres que llegaron antes? 

Conocemos menos la de las mujeres de la prehistoria porque empezamos a tener conocimiento de ella ahora. Lo que nos pasa es que nuestra percepción desde el presente tiene mucho que ver con lo que nos han contado que eran aquellas, porque justificamos las desigualdades del presente diciendo: “Esto ha sido así desde la prehistoria, es inherente a la especie humana”. Entonces, esa es la doble lectura que yo planteo en el libro, que por una parte sabemos muy poco, que hemos inventado mucho, y que lo mucho que hemos inventado y lo poco que hemos sabido ha servido para situarnos a nosotras en determinados lugares que no son correctos. Creo que es importante que sepamos que esto no es solo socialmente injusto, es que es científica e históricamente falso. 

Precisamente por eso es por lo que necesitamos más arqueología con perspectiva de género, más ciencia con perspectiva de género, ¿no? 

Claro. Cuando tú construyes relatos sobre lo que tú crees que debería ser, que es lo que se ha hecho, lo que te pasa es que rascas un poquito y se cae todo. Y eso hay gente que lo entiende como un peligro, porque yo he aplicado metodología arqueológica, que es lo que se ha venido haciendo, pero yo he planteado preguntas diferentes, y me he preocupado por cosas diferentes. Pero rascas y se te cae el chiringuito porque no hay razones científicas para hacer afirmaciones como que las mujeres no cazan, o que el cuidado no tiene importancia...

El nuevo libro de Marga Sánchez Romero.

El nuevo libro de Marga Sánchez Romero.

Es inevitable hacer paralelismos con su anterior libro, Prehistoria de mujeres. Por ejemplo, en el que acaba de publicar nos habla de las formas para dilucidar el sexo de las personas que encontramos en las necrópolis, y en el anterior hablaba de que el chico de la Gran Dolina era en realidad la chica.

Sí, porque en el libro anterior yo lo que quería era ver esa forma en la que a las mujeres se nos ha estereotipado, se nos han negado determinadas actividades y se nos ha invisibilizado en lo que sí hemos hecho. Si te fijas, el otro libro tiene capítulos más largos porque es un discurso más largo. Cuando me planteé el segundo libro pensé que en esa evidencia arqueológica que yo utilizo para hablar están los cuerpos, están los objetos y están todas las estructuras. Entonces, a mí me parece que el cuerpo nos ha interpelado a las mujeres mucho más porque se ha entendido siempre que las mujeres somos naturaleza, que lo que nos pasa tiene que ver con la naturaleza. Lo de la reproducción es natural, la menopausia es natural... Todo es natural, pasa porque tiene que pasar, y no se da ninguna oportunidad a ver cómo esos procesos, que son sin duda biológicos, siempre desde el principio están matizados por elementos culturales, sociales, políticos y económicos. Yo siempre digo: ¿Todas las mujeres en el mundo paren igual? No. Y el parto es lo más biológico que se nos atribuye a las mujeres. Pero no, porque dependiendo de sus condiciones económicas, sanitarias, de creencias..., paren de distinta manera. El parto es muchas cosas además de biológico. Esa naturalización de las mujeres en muchos aspectos hace que no se entienda que tienen que explicar lo que nos pasa. Y además no solo eso, sino que se utiliza para controlarnos, controlar la reproducción, para decirnos cómo deberíamos ser, aparecer y aparentar, qué es ser buena y qué no... En todos los momentos históricos hemos tenido modelos de mujer a las que parecernos si queremos ser buenas mujeres. Y también tenemos modelos estéticos de lo que son las malas mujeres.

¿Sabemos cómo se vivía en las épocas prehistóricas la perimenopausia, la menopausia...? 

Pues mira, hay muchas teorías. En el capítulo en el que hablo de la perimenopausia lo que hago es intentar enseñar cómo en estos momentos se está intentando desde la bioarqueología conocer cómo son los procesos biológicos y fisiológicos de la perimenopausia para luego poder ver en qué momento de la vida de las mujeres se produce y comparar con el registro arqueológico si supone un cambio social para estas mujeres. 

En el libro también encontramos diferentes yacimientos de Euskal Herria: La Saga en Navarra, Alto de la Cruz, La Hoya en Araba... ¿Qué tienen nuestros territorios que los hace tan ricos a nivel arqueológico? 

Yo creo que por las condiciones de la Península Ibérica en general y la Cornisa Cantábrica en particular son lugares excepcionales. Son lugares en los que la vida se puede desarrollar muy bien porque no hay grandes variaciones climáticas, hay recursos adecuados... Esos lugares en los que lo básico está resuelto son espacios para poder crear otras cosas. Cuando tú tienes los recursos necesarios inventas, haces innovación tecnológica, dibujas, pintas... Puedes dedicarte a eso, y yo creo que aquí hay yacimientos maravillosos. Me gusta exponer ejemplos cercanos porque puedo levantar el teléfono y contactar con las personas que han excavado esos lugares y porque quiero reivindicar la arqueología que se hace aquí, que es maravillosa. Tenemos equipos fantásticos que están dando unos resultados que publicamos en las mejores revistas.