DESDE este artículo quiero describir lo que desprenden para mí cada una de las dos connotaciones del epígrafe. La crítica destructiva es una difamación que ciertas personas hacen hacia otras. Es una descalificación sin fundamentos y basada en argumentos falsos. La rumorología es una transmisión de esos dimes y diretes en cualquier ámbito en el que nos podemos desenvolver en un momento dado.

Los individuos que hablan mal de los demás son personas que bajo un ficticio narcisismo, solapan inseguridad y baja autoestima. Les encanta y se regodean poniendo verde a su prójimo. Se preocupan del entorno sin ocuparse de ellos mismos. Ven la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio. Cuando se tiene ocasión casualmente de escucharlos, su postura erguida, su lenguaje gestual y verbal dicen mucho de su personalidad. Quizá tengan una frustración que necesitan proyectar en aquellos a los que creen dominar e incluso humillar. Les encanta ser el centro de atención, eclipsando a todos los que le oyen y que muchas veces no le escuchan. En el fondo se autodelatan y a la larga la gente huye diplomáticamente de ellos. No hay que ser muy inteligente para valorar que no merece estar a su vera, ni entrar a su trapo, poniéndose a la altura que ellos desearían. Lo más congruente es hacer caso omiso de sus difamaciones y ser uno mismo/ma sin demostración de indignación o enfado. Es lastimera su manera de ser y estar, porque en lo más profundo de su corazón (si lo tienen) subyace dolor y poca estima.

Si leyendo estas líneas os sentís aludidos o afectados por lo que este tipo de persona han puesto en boca con lengua viperina, podría ser que hayáis sufrido y tal vez lo hayáis somatizado. Y no es el caso, pues ¡la vida es bella! y, cada día se descubre una motivación que permite disfrutar de los segundos, minutos y horas; haciendo partícipes a los que de verdad te conocen y te quieren. Existe una tópica frase que reza la siguiente misiva: "El tiempo pone a cada persona donde se merece, ya sea para bien o para mal". Nadie es completo, con la salvedad que los que critican y rumorean creen serlo. ¡Ojalá hubiera un ser perfecto al que se pudiera tomar como referente para aprender y aprehender!

Dejando aparcado el tema de la crítica destructiva, paso a la rumorología. Cuando alguien tilda a una persona e incluso está convencido de saber todo sobre ella, los rumores pueden ir traspasando mentes desconocedoras de la manera de ser y estar del afectado. El poder convincente que poseen estos personajes hace que todas las falsedades acrecentadas y distorsionadas lleguen a algunos contextos machacando muchas veces la dignidad y el amor propio de la víctima. Pero, ¡qué le vamos a hacer!... Tal vez la impotencia y la rabia del alma del desprestigiado/a queden resentidos, sin embargo, hay que llegar a un grado de inteligencia emocional que es la indiferencia, que logrará que no afecte y sí que resurja el ave fénix que todos llevamos dentro para valorar con quién se tiene que ser simpático como habilidad social y con quién empático como derecho humano básico y fundamental. En esta sociedad el respeto es un requisito de convivencia y un objetivo que se logra con perseverancia y sin rencor. De manera simbólica e hipotética se podría construir un muro hecho de hormigón armado para aislar la presunta toxicidad que puedan tener sus productos hortícolas; así como las ondas electromagnéticas de su telefonía interior.

Quiero concluir con una frase de uno de mis escritores favoritos, que es Paulo Coelho: "Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas". También quiero sugeriros un vídeo de Ernesto Cortázar, titulado La vida es bella,donde se ven imágenes de una infancia dúctil que puede absorber los referentes de esta sociedad.

Idoia Redín Garcés