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Conducir, condescender, renunciar

Aunque no nos parezca a muchos, estos términos son sinónimos, o deberían serlo. Porque en realidad no lo asumimos y cuando asimos el volante, nos trasformamos, y el que diga que no, es verdaderamente falso. Tenemos que aprender muchas cosas que no las enseñan en las autoescuelas, tenemos que aprender a decir no: no voy a adelantar, porque no veo bien, porque tengo que acelerar demasiado y no lo veo seguro. Tenemos que aprender a decir no corro porque gasto más combustible, porque he salido a disfrutar no a dejar la vida, porque no llego antes. No corramos porque se llega igual, y si se tiene prisa se sale antes.

Por supuesto, vamos aprendiendo a decir: no bebo si voy a conducir, pero aún los hay que le dan al jarro y luego cogen el volante. No se dan cuenta de que se convierten a asesinos, y quizás haya que empezar a pensar en calificar estas conductas de homicidio en grado de tentativa. No son pocos los muertos al volante por llevar alguna copa de más, pero son también muchos los que han perdido la vida por algún borracho.

Sí, sí, condescender, deja hacer, tú a lo tuyo, que el otro se dará cuenta. Ahora todos hemos notado que nadie va a toda pastilla por la autopista, da cierta vergüenza pisarle. No nos mosqueemos con los demás, dejemos hacer el tonto.

Renunciemos a correr, a adelantar donde no se puede, a enfadarnos con los compañeros de carretera, y por supuesto renunciemos a beber, eso ya sabemos que es incompatible, pero también el mal humor.