Recortes a alta velocidad
EN Navarra, el descenso del presupuesto de Educación se inició de manera drástica en 2009. El presupuesto de este año es 19 millones de euros menor que el de 2010, y a ello hay que añadir que a mediados de año, el nuevo consejero de Educación, José Iribas, anunció la desaparición de 230 plazas de docentes, lo que, según él, supone un ahorro de 8 millones. La excusa es la falta de fondos públicos debido a la crisis. En la práctica cada día se nota con más claridad la motosierra al Estado de Bienestar, se cierran hospitales, se cierran bibliotecas, quitan ayudas sociales, no se convocan oposiciones, la renta básica se cobra con 5 meses de retraso, no se invierte en cultura ni en educación ni en bienestar social.
Al mismo tiempo, el Gobierno de Navarra pretende iniciar las obras del Tren de Alta Velocidad en el tramo Castejón-Esquíroz. Oficialmente, este tramo costaría 675 millones de euros a pagar por el ente público estatal Adif (Administración de Infraestructuras Ferroviarias). De este dinero, el Gobierno de Navarra debe adelantar 362 millones, para lo cual anunció que va a pedir un préstamo a los bancos cuyos intereses oscilarían entre los 45 y 60 millones de euros. En total, 725 millones, una cifra superior al presupuesto navarro de Educación de 2011 (646 millones). El TAV, además de destruir la tierra y apuntalar un modelo de sociedad consumista y despilfarrador, dilapida una gran cantidad de recursos públicos destinados a sectores como Educación, repercutiendo en la calidad de la enseñanza y empeorando las condiciones laborales del profesorado.
Este año el presupuesto foral para las obras del TAV en Navarra es de 43 millones de euros. El coste oficial por kilómetro en este tramo es de 11 millones de euros. Es decir, los recortes en Educación de este año suponen dos kilómetros y medio de TAV. Eso sin contar las más que seguras desviaciones presupuestarias, siempre superiores al 20%, que este tipo de obras de gran envergadura llevan aparejadas.
Este dineral ¿para qué? Para que unos pocos, aquéllos que viajan habitualmente a Zaragoza, Madrid o Barcelona, y que pueden costearse el alto precio del billete, ahorren unos minutos en sus desplazamientos, porque el resto de la sociedad lo justo iremos una vez a Madrid o a otras capitales.
No es de recibo que la sociedad asuma en exclusiva las consecuencias de esta situación económica que unos pocos han provocado. Entre dietas de la CAN, pelotazos urbanísticos, obras faraónicas, sobresueldos, escoltas, privilegios de todo tipo, comilonas, una política de impuestos favorable a sus intereses, etcétera, no hacen sino demostrar que todavía hay mucho por cambiar en esta sociedad. Desde luego, ellos no se están apretando el cinturón. Los demás sí. Ojalá sirva esta carta parar provocar una reacción de denuncia social.
Javier Castejón Iriarte
Licenciado en Sociología