Según las estadísticas que maneja el Gobierno navarro, a los ciudadanos de esta comunidad no nos interesa la cultura. Pero quienes gestionan la cultura en Navarra, ¿tienen algún interés en la cultura? O dicho de otra forma, ¿tienen interés en los ciudadanos?
Por desgracia, los usuarios y, probablemente también los trabajadores de la Biblioteca Pública de Navarra, padecemos esta falta de interés en el funcionamiento eficaz de la biblioteca por parte de sus responsables.
A pesar de que hace 25 años se aprobó democráticamente la Ley del Vascuence, por la cual la Administración se compromete a respetar los derechos de los vacoparlantes, hoy día es imposible que alguien atienda en la biblioteca en euskera, ya que por lo que tengo entendido sólo hay una persona que esté capacitada para ello. Por desgracia nunca hemos coincidido. Todavía hace más años que las fotocopiadoras se inventaron e incluso, no hace tanto, las cámaras digitales facilitando la copia de artículos y economizando su precio y en consecuencia democratizando la cultura. Resulta que si ahora quiero obtener una copia de un artículo de comienzos del siglo XX me sale a un precio superior al euro por hoja. Esto es, por un artículo de 22 hojas debo abonar más de 30 euros. Por lo visto, esta tarea no se le ha encomendado a ningún trabajador de la biblioteca y se realiza por una empresa privada. Así que decido poner una queja, que ya no es la primera, esperando una respuesta. La puse en castellano porque así me lo recomendaron para que su tramitación fuera más rápida. La cuestión es que, a pesar de que el plazo de contestación ha pasado, no he recibido ninguna contestación, ni a esa queja ni a otra que realicé anteriormente. Parece que en la biblioteca pública de Navarra tenemos un problema grave de interés por los usuarios.
Creo que esta situación de falta de calidad es vergonzosa y que los navarros y navarras no nos la merecemos. Por eso, en estos tiempos de crisis y de optimización de recursos, espero que se depuren responsabilidades por lo que está ocurriendo, y se pongan en los puestos de responsabilidad de la biblioteca de Navarra personas con sensibilidad hacia la cultura, o en el caso de que esto no sea posible, al menos, que sean trabajadores eficaces.