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Carta abierta al consejero Iñigo Alli

SOY una mujer de 41 años con una discapacidad ligada al síndrome Marfan que cría sola a un hijo. He luchado desde que tengo uso de razón por tener los mejores resultados académicos, aunque no siempre tuve las mismas oportunidades. Sentí hace años vocación hacia la gestión de Políticas de Igualdad y hacia la Literatura; y ambas vertientes las he desempeñado con éxito sin que mis dificultades de salud supusieran un menoscabo en mi hacer cotidiano, aunque le aseguro que todo ello ha sido con un gigantesco y enorme esfuerzo.

Le cuento todo esto porque los recortes en Políticas de Igualdad, acometidos por su directora del Inafi, pueden poner en peligro mi vida laboral y la de otras agentes. Mi vida, señor Alli, tiene valor. Mis desvelos, mi trayectoria profesional impecable, mi quehacer a favor de las mujeres de Villava tiene valor. Recalcar esto es importante porque hay que dejarle claro a la ciudadanía navarra, y a usted mismo, que sus recortes, esos que le impone su presidenta Barcina y usted acata y ejecuta, no solo aniquilan derechos de ciudadanía adquiridos, sino que se están llevando por delante personas. Personas como yo, que no van a tener fácilmente otra oportunidad de empleo, ya que las personas con discapacidad -que antaño tanto decía usted defender y todo se ha quedado en nada- somos las que más estamos sufriendo la crisis. Las que antes acabamos en la calle y sin recursos. Las más vulnerables y de las que antes se está prescindiendo.

Ustedes están gobernando la Navarra en contra de los/as navarros/as. Cada día constatamos más que la gente no les importa. No importamos las personas, señor Alli. No a ustedes. Soportamos con una paciencia infinita las subidas de sueldo de altos cargos -su presidenta incluida-, desvalijamientos de cajas de ahorros, despropósitos en gestión cultural, despilfarros en infraestructuras que Navarra no precisa; y todo ello mientras se nos está enviando a la tumba de la miseria.

Dudo que mis palabras les hagan reflexionar. Ya son demasiados los ataques a los que ustedes someten a la gente: sanidad, educación, inmigración, cooperación al desarrollo, etcétera. Están acabando no solo con todo, sino también con todas/os nosotras/os.

No pierdo la esperanza, se lo aseguro. Todos los días me levanto con ganas de que las urnas les dejen donde se merecen: en la oposición durante décadas. Y que personas como usted, que ha pasado a formar parte de la guardia pretoriana de la señora Barcina, guillotinando todo lo que suena a igualdad, derechos laborales, justicia social y demás -mientras los de siempre en Navarra se regodean en su abundancia adquirida sobre las espaldas de los/as trabajadores/as- pasen a ser un mal sueño.

Navarra no se merece que la ambición de unos pocos termine con la vida laboral y el bienestar de la gran mayoría. Debería saberlo. Nunca es tarde para reconocer que el camino de la injusticia, por el que nos llevan, es el equivocado. Espero que le quiten el sueño las personas que estamos en la cuerda floja, con el alma en vilo, ante decisiones que nos afectan a diario; y que pueden acabar con todo por lo que un día luchamos y con todo lo que hemos construido con valor y con constancia.

Fátima Frutos

Escritora y agente de Igualdad