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La ladera de Yesa y el 'rebote elástico'

Sin ánimo de asustar a nadie, pero uno lee las declaraciones de los geólogos Casas y Aretxabala publicadas estos días en los medios y le dan ganas de autoexiliarse. Y más si vive aguas abajo del tan traído y llevado pantano. Términos como "cada vez está más roto", "inquietantes datos", "el temido efecto rebote"? Y si además escucha en la radio al presidente de la CHE De Pedro decir cosas como que "el paleo-deslizamiento de la ladera era desconocido" cuando está documentado desde los años 30 del siglo pasado; o de que los datos de los sismógrafos "no son lógicos", y anuncia para tranquilizarnos que las mediciones se harán ahora cada 3 meses en lugar de cada mes; entonces le entran ganas de llorar. Y si además, para marear la perdiz, habla de "un trasfondo político" retrógrado y antiprogreso como si estuviéramos en la época de Franco, a la que tanto recuerda su sede y su despacho, uno tiene ganas de decirle que el lunes no tocaba hablar de política, sino de hechos. Y además si toca, no pasa nada, porque es lo normal.

Pero, ¿qué es lo que está pasando? ¿Alguien con un poco de autoridad y de conocimiento puede poner orden en este desaguisado? ¿Hasta cuándo vamos a vivir con esta sensación de improvisación, con este desamparo?

Hemos mostrado reiteradamente nuestra solidaridad con los vecinos de Yesa, que están sufriendo un desalojo obligado y una situación muy dura, pero que seguramente encontrarán una solución que ojalá sea próxima y satisfactoria, aunque dudo que vuelvan algún día a sus casas. Algunos lamentamos que su portavoz declare varias veces que no se manifiestan en contra del recrecimiento (parece que olvidan que las obras del mismo les han llevado a la situación en que se encuentran), sus motivos (o presiones) tendrán. Pero el problema no acabará ahí, aunque desaparezcan las casas y vistan la montaña de verde pradera. Eso es sólo la punta de un iceberg. De una ladera que permanece inestable después de más de un año de obra ininterrumpida (día y noche), 25 millones de euros gastados y millón y medio de m3 de roca y tierra extraídos, que, por cierto, han ido a parar al vaso del embalse con unos efectos también indeterminados sobre el mismo. Una ladera sobre la que se asienta la presa actual y se pretende asentar la futura.

Como decía al principio, no se trata de meter miedo a nadie, pero sí de estar informados, de no mirar hacia otro lado, y de pedir al Gobierno central, al Ministerio, a la CHE, al Gobierno de Navarra y a su Parlamento que actúen con responsabilidad, desembalsen el pantano hasta una cota más segura, y abandonen el recrecimiento de Yesa en pro de otras alternativas más seguras y sin riesgo para las personas y los bienes. Que las hay.

Por seguridad ni un metro más. Acude a la manifestación en Pamplona mañana sábado 31 de mayo.

El autor es concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sangüesa-Zangoza