Caso Mamadou Koné: rompiendo cadenas
El hecho de que por temas profesionales tuviera que acudir al Palacio de Justicia el día que el Juzgado de lo Social nº 3 iba a enjuiciar la reclamación de Osasuna al jugador racinguista, de origen marfileño, Mamadou Koné, provocó que mi curiosidad de jurista futbolero me hiciera sentarme en la sala de vistas a la espera de que aquel jugador traicionero fuera obligado a cumplir su contrato, no ya jugando en nuestro equipo, sino resarciéndonos el daño económico causado, con el pago de 12 millones de euros a nuestro club amado. Del caso poco conocía, sólo que la coincidencia en la misma categoría deportiva, la 2ª División, del club de origen del joven y prometedor delantero, el Racing de Santander, y el que lo pretendía, Osasuna, llegados de distintos caminos, subiendo al cielo el primero y el nuestro bajando a los infiernos, truncó el cambio de sus paseos por la playa del Sardinero al poteo por la calle San Nicolás.
El sueño de pasar de la 2ª B, donde sólo acumulaba deudas, a la liga de las estrellas, le llevó a forzar su salida del equipo cántabro en enero del 2014, negociando con Osasuna, mientras denunciaba a su club por incumplimiento de contrato. Escondiéndose en casa de un compañero del Nástic de Tarragona. Todo ello, por recomendación de su común represéntate. Pero la mezquindad de Osasuna, ofertando 100.000 € para anticipar 6 meses su salida, cuando cantidades superiores de dinero se despilfarraban, sin IVA, y el miedo a un pleito por abandonar su trabajo, le hicieron recular. Convirtiéndose en protagonista del ascenso del equipo cántabro a Segunda, celebrado en el balcón consistorial con canticos antiosasunistas.
Llegaron los Sanfermines del 2014, con un Osasuna descendido, arruinado, perseguido, controlado. Sin recursos económicos y con limitaciones federativas para conformar la plantilla, la dirección deportiva rojilla saca de la caja fuerte mal custodiada por Vizcay el contrato, no se sabe bien por quién firmado, de Mamadou Koné. Pidiéndole que se pase por las instalaciones de Tajonar a hacer la pretemporada; no importa que esté gravemente lesionado de su rodilla, pues nadie había previsto la necesaria previa revisión médica. Otros eran ya sus deseos, pasadas las penurias económicas navideñas del joven marfileño, de la que Osasuna intentó sacar provecho, comprando a saldo lo que ahora valora en oro, gracias una oferta económica y deportiva parecida, pero sin moverse de la que había sido su casa, desde que unos moderno negreros lo sacaran de África.
Ofendidos los arruinados nuevos ricos, contrataron leguleyos capitalinos que en los Tribunales de Justicia arreglaran aquello. Reclamando indemnizaciones de doce millones de euros por incumplir un contrato. El mismo que Osasuna podría romper pagando 50.000 € al jugador, pasados dos años, si los técnicos del club decidían que Koné ya no era de su agrado. Quedando en evidencia el desigual trato. Desequilibrio contractual entre las partes supuestamente firmantes, que no nos debería sorprender, más bien escandalizar, cuando nos enteramos que el representante de Mamadou Koné era, a su vez, un contratado pagado por Osasuna para hacerse con los servicios de mismo jugador. ¿Cómo es posible que quien debe velar por los intereses de los jugadores en la negociación con los clubes contratantes esté al servicio y pagado por éstos? ¿Son conocedores los jugadores de esta realidad? Lo dudo.
A estas alturas del juicio, que Osasuna saque rédito económico de la ignorancia de un pobre muchacho, que tuvo la suerte de destacar jugando a fútbol en su Costa de Marfil natal, a costa de dejar a su familia, poniéndose en manos de quienes “bajan a África a comprar jugadores”, palabras textuales oídas en la sala de vistas, ya no me hace tanta gracia. Más si resulta cierto que, tal como interpreta el abogado del jugador, en el contrato que estos firman o le hacen firmar, en la sentencia se sabrá, se establece que el 50% de lo que Osasuna obtenga de Koné, vía recisión, vía indemnización, es para la empresa que lo representó en aquel momento, quien negoció en los dos lados de la mesa, quienes dirigen su vida, tras su llegada a Europa. En definitiva para quienes aprietan los grilletes de la nueva esclavitud del siglo XXI, los contratos de representación firmados por los jóvenes deportistas de los países pobres del mundo, cegados por el brillo del deporte profesional.
Pensar que quienes pretendían con el juicio contra Mamadou Koné por incumplimiento de un supuesto contrato entre Osasuna y el jugador marfileño se van a quedar con un palmo en las narices tiene algo de justicia poética, si resulta que la desestimación de tan desorbitada pretensión tiene su causa, no en la más que previsible suplantación de la firma del jugador, como en el hecho de que el documento contractual no tenga valor obligacional entre las partes por defecto en la firma del representante de Osasuna. Sorprendiendo a todos el expresiente Archanco al declarar que donde debería estar su rúbrica está la del anterior gerente de Osasuna, señor Vizcay, sin el necesario mandato de su superior. Destapando la enésima chapuza en la gestión pasada del primer club navarro de fútbol masculino.
Postdata: Rojillos de corazón, si en el futuro próximo veis a Mamadou Koné jugar en el Sadar con otra camiseta distinta a la nuestra, no os enfadéis viendo en ello una traición; alegraos por su libertad difícilmente conseguida.
El autor es abogado especialista en Derecho deportivo