Competir de manera limpia. Favorecer el producto local, siempre que sea bueno, frente a lo importado. Es el objetivo que se marca la nueva ley foral de Calidad Alimentaria que el Gobierno acaba de subir al portal de participación para abrir consultas. Recoge, entre otras medidas de ayuda y beneficios fiscales para productores locales y consumidores, que en todos aquellos contratos públicos que tengan que ver con el suministro de alimentos, por ejemplo para centros sociales, educativos y hospitales, el 30% del dinero tendrán que destinarse a productos con un sello de calidad que contempla la norma.

Pero hay más. Es la oportunidad de resolver de una atacada tres problemas: clima, economía y salud. Si cuidamos a nuestros agricultores y ganaderos para elevar en un plus los mínimos que ya se exigen a nivel estatal o europeo podrán competir en mejores condiciones para seguir trabajando en nuestro territorio.

Si la ternera, el pollo, el queso o el guisante son muy buenos porque son más naturales y no tienen la presión del beneficio rápido, pero además son competitivos porque se venden más y estamos más concienciados con el ‘km0’, habrá más productores jóvenes en el campo y en los pueblos, y no dependeremos tanto de otros sectores.

Si comemos bien porque elegimos sano reduciremos el consumo de productos con grasas, azúcares y aditivos, y serán más nutritivos evitando así procesos infamatorios y tumorales y mejorando nuestras defensas sin tantos complementos artificiales. El sector agroalimentario mueve unos 27.000 empleos y tiene 1.200 empresas. Y puede ir a más si lo hacemos bien. Pero depende de todas y todos. Como se nota que soy hija de lechero.!..