los últimos acontecimientos en torno al proceso soberanista en Catalunya han vuelto a sacudir, con distinta intensidad y también diferente dirección, la estrategia del Govern y sus aliados en su proclamado camino hacia la independencia. A las continuas injerencias de la justicia mediante imputaciones, tomas de declaración y procesamientos de cargos públicos por distintas actuaciones derivadas de la puesta en marcha del procés y que vienen a colocar a la Generalitat en la sospecha permanente de actuar al margen de la ley, se han unido ahora las insólitas e incalificables revelaciones del antiguo juez y ya exsenador de ERC Santiago Vidal, que, de ser ciertas, ponen al Govern presidido por Carles Puigdemont directamente en la ilegalidad e incluso en la comisión de delitos. Según las confesiones de Vidal -realizadas en un entorno distendido, en el curso de varias charlas a las que acuden partidarios de la independencia-, quienes llevan el timón del procés disponen de los datos fiscales de todos los catalanes, obtenidos de manera ilegal, han elaborado un listado de jueces favorables y contrarios al nuevo Estado e incluso hay una partida de 400 millones camuflada en los Presupuestos de este año para la creación de las nuevas estructuras de Estado. Asimismo, siempre según estas manifestaciones del exjuez, un gobierno extranjero no europeo está asesorando a los Mossos d’Esquadra en cuestiones de contraespionaje. Las negativas y desmentidos -no muy convincentes- tanto del Govern como del propio Vidal -que tuvo que renunciar de inmediato a su cargo de senador- no han impedido que el terremoto político haya sacudido a todas las personas, organizaciones y, sobre todo, instituciones que lideran el proceso soberanista y que la Fiscalía haya abierto una investigación. Si alguna de estas cuestiones fuera cierta, sería una irresponsabilidad y un error gravísimos y podría dar al traste con todo el proceso independentista, que estaría contaminado por la ilegalidad, lo que, además, daría al Estado español el argumento y la munición que está esperando para hacerlo descarrilar y supondría el descrédito internacional para Catalunya. En medio de esta montaña rusa, el aval condicionado y limitado (dos votos a favor y seis abstenciones) de la CUP a los Presupuestos dan algo de aire al Govern e incluso al procés, pero es una espada de Damocles y un apoyo envenenado que puede hacer saltar todo por los aires.
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