l a 20ª edición de Korrika planteba este año como reto, al margen de la movilización social que acumula durante meses y que culminó en una gran fiesta este domingo en Iruña con amplio respaldo social e institucional, la reflexión de qué hacer y cómo hacerlo para atraer a otros ámbitos al mundo del euskera. Quizá porque tras años de esfuerzo para sacar a esta lengua de la situación de riesgo de desaparición a la que le llevaron años de ninguneo y persecución, ha llegado el momento de mirar más adelante. Consolidar los avances de las últimas décadas camino de un futuro mejor y más efectivo. El euskera está en el sistema educativo, en las administraciones públicas, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en el ámbito académico, en la música y la literatura y el cine, teatro y otras artes y en la calle. Y sin embargo, al margen de esa presencia creciente, aunque aún insuficiente -sobre todo en territorios como Navarra o Iparralde, donde las trabas políticas han sido constantes en los años anteriores-, y del aumento del número de euskaldunes -según las encuestas sociolingüísticas, casi el 40% en la CAV y el 24% en Navarra-, la realidad cotidiana percibe las dificultades para consolidar el uso de la lengua vasca fuera del sistema educativo en una sociedad bilingüe con una lengua preponderante como el castellano. Esa es una clave: si una lengua en peligro no se utiliza como medio primordial en la educación, difícilmente se podrá abrir a aquellos ámbitos y sectores que la consideran una lengua de minorías, poco adecuada para las necesidades de la vida actual. La actitud positiva de las instituciones y la despolitización partidista son fundamentales para tender puentes de encuentro con esos ámbitos aún hoy ajenos al euskera y evitar que se consoliden actitudes de rechazo o de desprecio. No es fácil prever qué futuro le espera al euskera, pero, sin duda, buena parte del mismo dependerá del hacer conjunto entre vascoparlantes y no vascoparlantes. Y para ello sigue siendo necesaria pedagogía y colaboración. La normalización y desarrollo del euskera en este siglo XXI avanza en positivo y con una parte del camino de dificultades ya superado, pero quedan por recuperar aún a amplios sectores de la población para esta lengua. Sin olvidar tampoco que igualmente hace falta insistir en los ámbitos euskaldunes en que el camino no está ni siquiera a medio recorrido, que una lengua necesita para estar viva utilidad social, respaldo institucional, uso habitual y presencia social. La consolidación del euskera como lengua propia, útil y necesaria y como bien cultural de sumo valor siguen siendo sin duda los retos básicos de este presente y futuro inmediato. Se trata de que el barco del euskera no deje de navegar, de que la nave siga adelante a la búsqueda de nuevos horizontes que permitan incorporar a nuevos marineros a la travesía. El euskera se lo merece.