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La N-121-A, un problema social

La elevada siniestralidad que registra la carretera que une Pamplona con Behobia exige la adopción de medidas que involucran a la Administración pero también atañen a la responsabilidad de los usuarios de la vía

En un reciente encuentro que mantuvo el presidente del Parlamento Foral, Unai Hualde, con familiares de dos personas que fallecieron a principios de este 2020 en accidente en la N-121-A, se habló de la cantidad de siniestros que cada año ocurren en esta vía (una media de 130), de la necesidad de "poner remedio sin dilación a esta sangría" y adoptar "medidas urgentes" porque "estamos ante un problema social que ya no admite demora". No hay un ápice de exageración en estas expresiones, ya que en la última década 32 personas han perdido la vida, la última el pasado jueves, en este peligroso tramo de la red de carreteras que es la Pamplona-Behobia. Y medidas para evitar tanta tragedia se adoptan periódicamente, desde mayor número de controles por parte de los agentes de tráfico, incremento de las denuncias o la más cercana de limitar en un solo sentido los adelantamientos en seis tramos de tres carriles. Los frentes a atacar son, sin embargo, múltiples y abarcan desde el trazado sinuoso por la orografía, la situación de la vía, la complicada climatología de la zona que afecta a la conducción y al pavimento, hasta la densidad del tráfico que soporta y en el que el volumen de camiones representa un serio problema. En la actualidad los técnicos trabajan en la puesta en marcha de un proyecto piloto con el fin de chequear el tramo 6 a través de cámaras y tecnología artificial para observar la vía en tiempo real y así establecer las pautas de actuación al volante y que la velocidad, trayectoria y climatología faciliten más información. Todo esto, evidentemente, requiere también que quien se pone al volante lo haga con responsabilidad porque en el origen de los siniestros coinciden causas como el exceso de velocidad, adelantamientos indebidos o invasión del carril contrario. Por su parte, los alcaldes de los pueblos próximos a la N-121-A llevan años pidiendo la regulación del tráfico de camiones: el último accidente mortal es consecuencia de una colisión frontal entre un turismo y un camión. Más allá de estos análisis en los que las partes implicadas tienden a señalar la responsabilidad ajena y obviar la propia, es innegable que las consecuencias que puede acarrear circular por la N-121-A han derivado en un "problema social" porque estamos hablando de seguridad y el goteo de víctimas no encuentra freno.