Parece claro que mientras no se vuelvan a llenar las UCI, los criterios económicos van a primar sobre los de salud pública, y esto es bueno saberlo porque deja a nuestra responsabilidad la misión de minimizar los efectos de esta política. Porque si yo contagio a alguien, lo cosa no acaba ahí, sino que establezco un nuevo linaje de contagios que puede afectar a cientos o miles de personas (de las cuales muchas morirán). Parece que en España hubo en principio quince focos, y que estos quince han dado lugar a doscientos treinta mil infectados y treinta mil muertos.Es por tanto de tal calibre la responsabilidad que gravita sobre cada uno de nosotros que nos obliga a poner todos los medios a nuestro alcance para evitarlo. En este sentido, nos dicen que el mantenimiento de la distancia social es una medida eficaz para evitar contagios, pero comprobamos cada día que existen infinidad de circunstancias que hacen imposible mantenerla. Esto nos lleva a establecer la necesidad creciente del uso de mascarillas, y a concluir que nunca se enfatizará suficiente sobre ello... Y no ya como medida de autoprotección, sino, sobre todo, como signo de responsabilidad, solidaridad y respeto hacia los demás.