esde que la propagación de este puñetero virus ha condicionado nuestras vidas como nada nunca lo había hecho antes, "el año que viene" es una de las frases más repetidas. No hay suspensión del calendario festivo o aplazamiento de espectáculo que no emplace al 2021. Eso dijeron en Valencia cuando las Fallas se convirtieron en las primeras grandes fiestas que se fueron al carajo tras el establecimiento del estado de alarma. Y, a partir de ahí, no ha habido dirigente político o promotor cultural que no se haya remitido al año que viene cuando se ha visto en la obligación de ordenar una cancelación por esta maldita pandemia. Lo mismo repitieron en la Feria de Abril, en San Isidro y, por supuesto, en Pamplona, donde una escultura con la inscripción Sanfermines 2021-Los Viviremos llama a esperar al año que viene para celebrarlos. La realidad, sin embargo, no apunta para nada a que entremos en el próximo año con este bicho vencido. De momento, el número de contagios sigue disparado en pleno verano, cuando se suponía que nos iba a dar un respiro antes de que rebrotara en otoño. Cualquiera firmaría ahora por celebrar en 2021 todo lo que no hemos podido en este aciago 2020, pero mucho nos tememos que tampoco va a poder ser.