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El sitio de mi recreo

Víctor Goñi

Que el pánico nos asista

a estadística covid produce espanto en Navarra al presentar una incidencia acumulada a catorce días superior a los mil casos por 100.000 habitantes, una tasa de positividad sobre el 15% de pruebas PCR y en torno a 400 ingresos en la red hospitalaria, medio centenar en la UCI. Como horripilante resulta que, mientras el coronavirus se ha cobrado ya en Navarra cerca de 700 vidas, la oposición política siga empecinada en sacar partido de la tragedia cuando ya llegará el tiempo de calibrar errores por ejemplo en materia de planificación de recursos públicos y también aciertos, entre estos últimos la trazabilidad del 70% de los positivos merced a las más de 3.500 PCR realizadas cada día a la espera de los test de antígenos desde el 2 de noviembre. Especial reproche merece la terrorífica irresponsabilidad de esos convecinos que todavía se creen inmunes además de impunes e ignoran con insoportable insolidaridad la evidencia de que más de la mitad de los contagios se registran entre amigos y familiares no convivientes. Una temeraria imprudencia frente a la que se arbitraron a la desesperada el toque de queda a las 23 horas y la voluntarista limitación de las reuniones en el ámbito privado, para agravar las restricciones tras el cierre perimetral de la Comunidad y la clausura de la hostelería avalada por los tribunales, con el confinamiento a la vuelta de la esquina si la curva de contagios no mengua drásticamente en dos semanas. Llegados a este punto de agudización de la pandemia, por un compendio de razones que nadie ha sido capaz de secuenciar y menos de ponerle remedio por su orden, solo cabe apelar al miedo una vez demostrada la inoperancia del sentido común aderezado de información -cierto que por momentos contradictoria-, así como la falta de empatía con un personal sanitario que lo ha dado todo desde primavera y llega exhausto al final de año. Encomendémonos pues al pavor a la muerte y a las secuelas de la covid, al desempleo y a la merma de rentas con todas las pérdidas que comporta, y al encierro en casa que ya padecimos y cuya crudeza al parecer olvidamos. Que el pánico nos asista.