Navarra camina hacia la aprobación de los segundos Presupuestos de la legislatura. Son los sextos consecutivos, lo que es el mejor reflejo de la estabilidad política que goza la Comunidad Foral tras el desbarajuste del último Gobierno de UPN, que entregó la cuchara después de tres funestas prórrogas presupuestarias (2013, 2014 y 2015) que bloquearon todavía más la inacción del Ejecutivo de Barcina. En este prolongado periodo de estabilidad, EH Bildu ha participado como un agente político más siendo aritméticamente decisivo para decantar mayorías. Durante el mandato de Barkos lo hizo como miembro del cuatripartito que sostuvo al Ejecutivo, y ahora, como un actor proclive al entendimiento que da el respaldo clave al Gobierno que comparten PSN, Geroa Bai y Podemos. En todo este tránsito, la derecha se ha radicalizado en la medida que su influencia ha ido a menos hasta caer en la insignificancia. Su rayado discurso se basa en una mención continua a ETA. Una apelación cada día más extemporánea sobre una banda que hace casi 10 años echó la persiana. Su final fue un triunfo colectivo de la sociedad y llegó precedido de reiterados llamamientos de todo tipo. Uno de los más repetidos desde tribunas de la derecha fue que por medios estrictamente políticos y democráticos había cabida para la defensa de todos los proyectos. Justo eso es lo que llevaba impulsando desde un tiempo atrás la izquierda abertzale antes de regresar a las instituciones con una plataforma a la que también se sumaron formaciones como EA y Aralar. La evolución de este sector político hacia el terreno que le pedía la inmensa mayoría de la ciudadanía es obvia y sin matices. Así lo perciben también en Madrid, donde los acuerdos con la izquierda soberanista han dejado de ser una línea roja. Y por mucho que la derecha siga con el disco rayado, estos pactos son tan legales como legítimos. Otra cosa es que insista en la denuncia porque sabe q ue, al menos en el caso de Navarra, si EH Bildu queda fuera del tablero político, no hay manera de articular mayorías parlamentarias que no pasen por contar con el concurso de la derecha.