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Editorial

Una foto de 100 millones

ás de cien millones ha costado el nuevo hospital de pandemias que ayer inauguró la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con un sobrecoste de un 50%. De esta macronave industrial al estilo Ifema de más de 80.000 metros cuadrados sólo se ha abierto uno de los módulos. No hay plantilla propia de personal y dispone de 240 camas de las 1.000 previstas. Las 558 plazas por cubrir serán ocupadas con traslados forzosos, uno de los reclamos que más se escuchó ayer entre los sanitarios que se manifestaron ante el acto propagandista. Los sindicatos hablan de un modelo carcelario caduco, pensado más en el “control de las personas”, y que por cierto nos recuerda a los megahospitales que levantó el Gobierno de Pekín al inicio de la pandemia. Grandes infraestructuras en las que invertir dinero público cuando hay plantas de hospitales (699 camas sin usar) y otros servicios de urgencia cerrados, alegan quienes también recuerdan la falta de inversión en atención primaria y en recursos para los trabajadores sanitarios. Pero no sólo el modelo hospitalario chirría o el hecho de que se haga coincidiendo con las cifras más bajas de la pandemia. De hecho, los datos de ayer mostraban 1.474 pacientes ingresados en planta y 343 en UCI en todos los hospitales de la comunidad. Unas ocupaciones del 11,5% y del 76% respectivamente, porcentajes muy por debajo de los picos que se dieron en los meses más duros de la pandemia. La gestión sanitaria de Ayuso a lo largo de esta dura crisis sanitaria ha sido más que cuestionable y ha puesto de relieve la grave situación de la sanidad pública en la comunidad madrileña. Una gestión que pasará a la historia. No hay que olvidar que la orden de no trasladar a los ancianos a los hospitales disparó el inicio de una investigación judicial impulsada por familiares y asociaciones que exigieron responsabilidades penales para Ayuso por la gestión de los geriátricos y que ya está en la mesa del Tribunal Supremo. También Madrid ha sido una de las comunidades con mayor número de contagios y menor esfuerzo -a diferencia de Navarra- en rastreo de casos para detectar infecciones. Los mejores datos de Madrid coincidieron en su juego con las PCR con una bajada constante en el número de pruebas de coronavirus que realizaba la Comunidad para tapar la foto de la realidad. Otra polémica decisión fue la de cerrar determinadas zonas de Madrid más pobres en su política de restricciones a la movilidad.