Una de las virtudes de un proyecto de ley ahora en impasse como fue la reforma del Mapa Local fue la idea de potenciar la cohesión entre territorios y fomentar las diferentes comarcas (se dibujaban hasta doce estructuras divididas a su vez en subcomarcas) en las que volvía a tener un peso relevante sus cabeceras históricas, es decir, las llamadas ciudades intermedias que han sido referentes para los pueblos de cada zona y que ofrecían servicios, comercio, industria... y actividad en definitiva. Localidades como lo fue en su día Aoiz, motor la comarca del Prepirineo, además de un núcleo industrial potente para los valles de Aezkoa, Arce, Orotz-Betelu y Lónguida. El alcalde de Aoiz Ángel Martín Unzué desgranaba ayer los problemas de una villa que llegó a albergar la mayor industria del siglo XX (el aserradero de Irati) y que hoy pide a gritos un rescate. Con un polígono industrial desmantelado, principalmente tras la salida de la empresa Gamesa, desde el Consistorio piden un impulso para revitalizar la zona a través de medidas como la adquisición de suelo industrial, hoy en manos de los bancos. Confían también que el proyecto de reciclaje de palas no sea una quimera. Al problema del paro (ha crecido hasta alcanzar el 28%) se suma la despoblación que sufre el Prepirineo, la segunda zona más desfavorecida de toda la comunidad, y el abandono de un territorio que soporta la mayor infraestructura hídrica. Recuerdan que el binomio Itoiz-Canal de Navarra fue concebido como generador de riqueza para todo el territorio. Han pasado 15 años desde que finalizaron las obras del embalse y en este momento en el que se aborda la ampliación de la primera fase del Canal y su zona regable, Aoiz recuerda los 28 millones comprometidos en la zona que se dejaron de invertir. Aquella obra tan controvertida como faraónica (se estimó en su momento en más de mil millones), que se hizo a costa de cambiar las leyes medioambientales y la planificación en materia de agua de toda Navarra, debería al menos ahora servir como palanca de desarrollo para toda Navarra, y generar recursos en la Montaña, en la Zona Media y en la Ribera. Para regar los cultivos, para garantizar el consumo de agua de boca, y para la supervivencia de los pueblos que rodean el embalse. Sin embargo los terremotos son la única señal que se recibe desde finales de verano junto al Irati.