e ha juntado en el K2 una buena manada de alpinistas en busca de lograr su primer ascenso invernal en toda la historia. Hay de todo: alpinistas consagrados, grupos comerciales, clientes, auténticos desconocidos, sherpas de altura, sherpas autónomos, currelas. Una situación jamás vista en los intentos invernales al K2, hasta ahora destinados casi exclusivamente a rusos y polacos. El K2 es el único ochomil que jamás se ha subido en invierno y si alguno de quien anda allá lo logra será un hito, pero tengan muy clara una cosa: si usa oxígeno artificial la hazaña no será tal hazaña, sino que tendrá su mérito, pero a años luz de subir un ochomil en invierno sin oxígeno embotellado. El oxígeno embotellado en cuanto te lo enchufas da calor, habilidad, agilidad, claridad de pensamiento, descanso. Es, por tanto, un elemento entendible para quien no puede con la montaña por sí solo y que no le quita mérito personal, pero al mismo tiempo un dopaje en toda regla, en la medida en que introduces en el cuerpo un elemento que no está en él y que incrementa tu rendimiento de una manera drástica. Cada montañero sube las montañas como puede y quiere y es muy respetable, pero la obligación de los medios de comunicación es hacer llegar a los lectores la inmensa diferencia que supone subir de una manera o de otra, al igual que es enorme la diferencia entre subir uno, dos o tres solos toda la ruta fijando uno mismo la cuerda o hacerlo después de que 6 u 8 currelas hayan fijado la cuerda previamente. Subes el monte, claro, pero el 95% del trabajo sucio te lo han hecho otros. Esto es lo que hay ahora en el K2 y lo que puede deparar, aunque el K2 es el K2 y ni con oxígeno ni helio es en absoluto accesible en invierno. Que salgan todos con bien y que si sube alguno lo haga como quiera pero que entendamos bien esos enormes matices, algunos de ellos -como el oxígeno- abismales.