ablo Casado acaba de cumplir tres años al frente del PP, un trienio marcado por el giro aún más a la derecha del partido en su intento por desbancar a Santiago Abascal del liderazgo de la derecha. La pujanza del líder de Vox amenazaba su estabilidad al frente de la "derechita cobarde". Tanto es así que rechazó apoyar su moción de censura (pese a que el cuerpo y el aparato del partido le pedía votar con Vox contra Pedro Sánchez) para marcar territorio. Tras imponerse a Soraya Sáenz de Santaría, más por descarte que por convicción, intentó imponer un perfil regenerador pero la irrupción de la ultraderecha ha marcado su trayectoria, dedicada a recomponer propuestas más propias de los postulados de la formación de Abascal como su la posibilidad de ilegalizar partidos independentistas o recortar la ley del aborto. O incluso su frentismo contra la ley de Memoria Histórica. Pese a que da por ganada la confrontación con el líder de Vox por el liderazgo de la derecha y que todas las encuestas -salvo el CIS- le da como triunfador su liderazgo interno en el partido no acaba de afianzarse tras la meteórica ascensión de Ayuso en Madrid y la impronta de Nuñez Feijóo. La ruptura del diálogo con el Gobierno sobre temas de Estado con fines partidistas es otra consecuencia de su viraje ultra que se verá si le renta en la próxima cita con las urnas de 2023.