e cumple un año de la huida de Juan Carlos de Borbón a los Emiratos Árabes. Salió por piernas huyendo de las sombras de sus fantasmas. Una mezcla de presuntos delitos, corruptelas y andanzas sexuales. Lo de presuntos a estas alturas tiene más bien poco sentido, pero es una fórmula de salvaguarda judicial. En estos doce meses, las sombras se han ido alargando y los fantasmas le han ido creciendo. Más informaciones delicadas y comprometidas que le cuestionan y nuevas investigaciones judiciales y denuncias. He perdido la cuenta, pero creo que ahora tiene abiertas tres investigaciones en el Estado español, otro par en Suiza y una demanda civil de su examante Corinna Larsen en Gran Bretaña por acoso. En esta última demanda está denunciado también el CNI. Una imagen pública e internacional de los servicios secretos españoles que recuerda a las viñetas de Anacleto, agente secreto y a la pareja Mortadelo y Filemón. El cómic en realidad siempre ha sido una vía de escape y de creación literaria y artística para mostrar también la realidad que el poder trata de ocultar. Entre medio de todo ello, un montón de millones de orígenes inciertos, fraudes fiscales, evasión de capitales, cobro de comisiones ilegales, empresas tapaderas en paraísos fiscales, etcétera. De lo poco que sabemos del exilio de Juan Carlos de Borbón en Abu Dhabi es que parece llevadero. A papo de rey, vaya. Supongo que no puede ser de otra forma. De quién paga la factura de ese exilio dorado no se sabe mucho, pero conocida la opacidad de las cuentas de la Casa Real es fácil intuir que será otro pago a escote de unos ciudadanos a quienes se trata en la democracia española como tontos súbditos. No se le ve jodido al hombre en las pocas fotos que hemos visto, eso es cierto. De hecho, pese a las nuevas informaciones sobre sus penosas andanzas y de la corte de amiguetes que le han acompañado en las mismas, existe un cortafuegos poderoso diseñado y pactado en las estructuras profundas del Estado con la complicidad de los grandes grupos que controlan los principales medios de comunicación en Madrid que le mantiene protegido y a salvo. Lo de la pérdida de prestigio personal y de la marca e imagen de la Monarquía ya no tiene remedio. El periodista Ernesto Ekaizer acaba de publicar el libro El rey al desnudo (Penguin Random House) en el que detalla el alcance de las tropelías. Pero lo de librarse del banquillo de la justicia creo que sí. Soy escéptico y sigo pensando que más allá del alcance de los hechos y de las pruebas que ya los avalan, Juan Carlos de Borbón saldrá de rositas judiciales. Tampoco es nuevo esto. Una de las claves de la burbuja del poder en la Villa y Corte es el poderoso subestado que los protagonistas de ese poder han creado a su alrededor para garantizarse la impunidad en todos los asuntos oscuros.