La cuajada, postre tradicional vasco elaborado con leche fresca de oveja, es mi postre preferido (con permiso, de la tarta de queso del restaurante Arregi de Berastegi) y los que me conocen bien, saben que, en caso de que figure en la carta, me es imposible resistirme a la tentación. Hay gente que la come a palo seco, sin añadirle nada, ni azúcar ni miel, pero en mi caso no es así. Yo, quizás por mi innato carácter agrio, necesito del toque dulce y, aunque mayoritariamente opto por el azúcar, me llama poderosamente la atención la dejadez, creciente, que observo en algunos establecimientos que acompañan la cuajada, casera por supuesto, con una miel industrial, de pésima calidad y origen chinesco. Lamentable.

Por cierto, los pastores que producen la leche de oveja con la que se elabora la cuajada, andan cabreadísimos con la política que está activando el Gobierno Central y más concretamente, en lo relativo a la cuestión del lobo.

Como recordarán, allá por el mes de febrero, la ministra Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, forzó la maquina en el seno de la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y la Biodiversidad del Ministerio, provocando una votación in extremis, donde se impuso por la mínima, gracias al voto de comunidades autónomas que ni tienen ni tendrán lobo en sus territorios,, al menos hasta que los lobos aprendan a nadar y puedan alcanzar Canarias, Baleares o Melilla, infringiendo así una dolorosa derrota a las comunidades que albergan el 95% de la población de lobos. Venció pero no convenció y, como comprenderán, esas comunidades y su sector ganadero, se la tienen jurada.

No obstante, Teresa padece de insistencialismo y, en vez de arrugarse, reflexionar y consensuar, tiró por la calle del medio e imprimiendo velocidad de crucero, velocidad que se puede permitir quien no pierde tiempo consensuando, anunció que con miras al 25 de septiembre, la maquinaria burocrática del estado debía acelerarse para lograr el objetivo prefijado que no era otro que la inclusión del lobo en el listado de especies silvestres en régimen de protección especial (LESPRE).

Pues bien, si bien estaba anunciado para el 25 de este mes, la ministra, lamentablemente, cumplió con antelación su palabra y así, el pasado 21 de septiembre, fue publicada en el omnipotente BOE, la orden por la que se incluye el lobo en el listado LESPRE, cuya consecuencia más inmediata es que la alimaña no puede ser cazada en todo el Estado frente a la normativa hasta ahora vigente que, permitía que al norte del Duero, el lobo pudiera ser calificado como especie cinegética.

La prohibición de su caza conllevará, lógica e impepinablemente, un notable incremento de la cabaña lobezna que, por otra parte, provocará que esa población y muy especialmente, los más jóvenes, se vayan expandiendo hacia otras zonas, hasta ahora vírgenes, por lo que, como mancha de aceite, la población de lobos se extenderá y actuará en una mayor área de expansión. Los lobos, por lo que explican los expertos en la materia, se organizan en manadas que se mueven por un determinado territorio y cuando los elementos más jóvenes de la manada, configuran su propia manada, con total naturalidad, optan por no molestarse mutuamente y conquistar nuevos territorios.

Como comprenderán, si las comunidades de Castilla-León, Galicia, Asturias y Cantabria cuentan con el 95% del censo de lobos, son las comunidades limítrofes las principales acogedoras de esa población creciente y en nuestro caso, Euskadi, las incursiones actuales en zonas de Araba y Bizkaia, se verán aumentadas exponencialmente y con ello, Gipuzkoa, se coloca consecuentemente como territorio, ahora sí, limítrofe.

En esta primavera, las organizaciones agrarias de Gipuzkoa, presentaron una moción sobre el tema en todos los ayuntamientos del territorio. Muchos de ellos, hicieron caso omiso, unos porque consideraban que el tema no les incumbía y otros, porque no querían posicionarse. Ahora bien, en la mayoría de las corporaciones en las que se trató la moción, contó con el respaldo de EAJ-PNV, el voto contrario de PODEMOS y la abstención de EHBILDU.

Éstos últimos, los de EHBILDU, salvo algún ayuntamiento en el que votó directamente en contra, optaron por una postura política de no mojarse, pensando que para los ganaderos atemorizados por el lobo sería suficiente con no mostrarse claramente en contra. Desde luego, creo no equivocarme, si les transmito que dicha abstención generó un profundo malestar en las filas ganaderas que, ahora con la publicación del boletín, volverá a avivarse.

La abstención de EHBILDU, al igual que el silencio vergonzante del ministro de Agricultura, Luis Planas, expertos todos ellos en ponerse de perfil, no son ejemplos del compromiso político que requiere el sector primario pero, como diría aquel, ¡es lo que hay!.

Por cierto, termino recordando que cuando escribo estas líneas, recibo la noticia de la dimisión del director general de ganadería del Gobierno del Principado de Asturias (PSOE), Nino Rodríguez, por la inclusión del lobo en el LESPRE, cumpliendo con lo anunciado hace unos meses. ¡ejemplarizante!.