UPN y PP han funcionado históricamente como vasos comunicantes. Su simbiosis es tan estrecha que se diría que incluso para las autodemoliciones también se ponen de acuerdo. Porque ya es casualidad que sin que se haya apaciguado ni un poco la bronca interna de la derecha foral, las turbulencias se hayan trasladado a la española, pero en versión elevada a la enésima potencia. Es obvio que, pese a la gravedad de la crisis de UPN, el terremoto está varios puntos por debajo de la escala Richter en comparación con la que sufre su tradicional socio. Dos grescas intestinas en las que cuesta ver un vencedor que no sea alguien ajeno a la causa. El pulso de aquí tiene toda la pinta de que se resolverá con las expulsiones de Adanero y Sayas. No son dos cualquieras en este partido. El primero fue el más votado por la militancia para componer la ejecutiva en el congreso que UPN celebró en junio de 2020. Y el segundo obtuvo el 41,71% de los votos en dicho cónclave. No parece, por lo tanto, que prescindir de dos de los pesos pesados del partido vaya a reportar a Javier Esparza la balsámica solución que persigue. El alicaído presidente del regionalismo navarro, que pilota sin éxito alguno el rumbo de este partido desde 2015, saldrá debilitado de esta batalla independientemente de cómo se resuelva. También van a salir debilitados o más bien descuartizados Casado y Díaz Ayuso de la guerra sin cuartel declarada entre ellos . Un duelo a cara de perro que, como han decidido televisarlo en directo, arrastrará en el capítulo de pérdidas a la sigla que todavía representan ambos. No es difícil adivinar quiénes están llamados a recoger los beneficios de este enfrentamiento a cuchillo. Entre los electores de derechas, Vox es sin duda el destinatario natural para aprovecharse de esta particular guerra de los Rose. Pero las elecciones generales se ganan o se pierden por el trasvase de votantes que tradicionalmente se da entre PSOE y PP, de ahí que este escenario sea una bendición para Pedro Sánchez. Quienes sostienen que parte del éxito del líder socialista reside en que tiene una flor en el trasero se quedan cortos. Más bien parece que riega un vergel.