n las crisis humanitarias debidas a conflictos armados, catástrofes medioambientales o epidemias, las mujeres y niñas están en situación de mayor vulnerabilidad porque, en estos contextos, al debilitarse las estructuras de protección y desaparecer las redes de apoyo, la violencia hacia ellas se agrava.

En estas situaciones, la salud sexual y reproductiva es paradójicamente la gran ignorada, pese a que en las emergencias estos cuidados y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos son vitales para garantizar la salud física y mental de las mujeres.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una ocasión incomparable para poner el foco sobre un problema que resulta casi invisible pese a afectar a millones de mujeres en todo el mundo: la violencia de género en situaciones de emergencia, que se minimiza, se silencia y suele quedar impune.

Desde Médicos del Mundo trabajamos para combatirla y para ofrecer una respuesta humanitaria que trata de dar respuesta a las demandas y necesidades de las mujeres, además de garantizar su seguridad y su participación en la toma de decisiones en el marco de sus comunidades como agentes de cambio.

Porque la experiencia nos ha enseñado que, sin ellas, sin contar con las mujeres desde un primer momento, y sin conocer su perspectiva y necesidades no es posible ofrecer una intervención en emergencia segura, accesible y pertinente. Además, sabemos que se requieren acciones específicas, como la intervención en prevención de violencia de género y la creación de espacios seguros.

Tras un terremoto, unas inundaciones o en conflicto bélico, donde hay desplazamiento de la población, puede surgir un episodio de cólera, pero también hay violencia sexual, embarazos adolescentes, un repunte de matrimonios infantiles, entre otras situaciones. Y todas estas cuestiones no se pueden pasar por alto para prestar solo atención a la epidemia, porque estos otros aspectos también afectan a la salud de las mujeres y pueden poner en riesgo su vida.

Si no se trabaja con enfoque de género y se hace todo lo posible para establecer medidas para proteger a las mujeres y niñas desplazadas por los conflictos, para partos seguros, para evitar la violencia sexual y para un largo etcétera, serán las personas más vulnerables, niñas, ancianas, mujeres con discapacidad y personas LGTB quienes sufran en mayor medida las consecuencias de las crisis humanitarias.

La prevención y la protección son claves para luchar contra la violencia de género en estos contextos de emergencia. Por ello, se lleva a cabo la adaptación de los centros de salud o las clínicas móviles en las que trabajamos para que sean seguras. También se trata de garantizar una iluminación suficiente en las zonas por las que las mujeres se mueven. Se habilitan aseos separados y con pestillos, se separan las camas de los centros sanitarios por sexos, se cuenta con personal sanitario mixto, se habilitan espacios confidenciales donde la mujer no se exponga, y se ofrece a las mujeres información sobre los servicios de salud disponibles para que puedan acudir a ellos si lo necesitan.

En nuestras más de tres décadas de vida como ONG sanitaria, hemos aprendido que en la acción humanitaria hay que avanzar hacia una mayor relación con las organizaciones sociales y la coordinación entre todos los actores. Por ello, en nuestras intervenciones, nos apoyamos en la población local y en las mujeres que ya trabajaban, luchaban y eran lideresas antes de la emergencia. Nadie mejor que ellas puede guiar nuestra intervención en el país.

Con la mirada puesta en estos retos, este 8 de marzo desde Médicos del Mundo defendemos que los servicios de salud sexual y reproductiva sean reconocidos como esenciales para que se pueda garantizar su atención en contextos de emergencia y crisis humanitarias. Esto implicaría incluir en los presupuestos de cooperación al desarrollo una partida económica específica destinada a financiar actuaciones dirigidas a garantizar los servicios de salud sexual y reproductiva en situaciones de emergencia.

La falta de peso de la salud sexual y reproductiva en la asignación de fondos que realizan las instituciones europeas está directamente relacionada con la inequidad de género, y contradice el enfoque feminista que se pretende desarrollar en la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030 que orienta la Cooperación Española. #EsHoraDeCooperar.

*El autor es coordinador Médicos del Mundo Navarra, entidad de la Coordinadora de ONGD de Navarra