Tanto en Navarra como en Madrid se empieza a respirar un ambiente preelectoral. El de aquí encaja un poco más dentro de la lógica de los plazos. Resta un año para que la disolución del Parlamento anuncie el final de la legislatura, de ahí que comiencen las urgencias por marcar perfil propio. Y de esto no se escapan ni los partidos que forman parte del Gobierno, ni los que están en la oposición. Todos creen que es el momento de hacerse ver ante la sociedad como actores útiles de la política, que no es una actividad ajena al teatrillo. Por eso, ni es de extrañar que surjan roces entre los socios del Ejecutivo como ha ocurrido con la Ley del Convenio ni que leyes como la del Cambio Climático conciten la inusual unanimidad de la Cámara, ya que se trata de una norma que rige una materia especialmente sensible de la que nadie se quiere quedar fuera de la foto.

En todo caso, este ambiente preelectoral es si cabe más acusado en la derecha, donde la crisis interna de UPN derivada de la expulsión de sus dos diputados puede alterar el mapa de este espacio más de lo previsto hasta que la reforma laboral saltó por los aires una paz interna que no era tal.

También en las Cortes Generales se ha revuelto el ambientillo. Pese a que Pedro Sánchez aseguró recientemente su intención de agotar el mandato que se extiende hasta noviembre de 2023, cobra fuerza la posibilidad de un anticipo electoral. Varios son los motivos que tiene sobre la mesa el presidente del Gobierno para recurrir a la potestad, que solo él tiene, de convocar comicios. En primer lugar, el PSOE observa con preocupación el aterrizaje de Feijóo, porque le ve capaz de levantar el vuelo del PP tras la errática gestión de Casado. Y una forma de intentar evitar un hipotético despegue de los populares sería llamar a las urnas en otoño, coincidiendo con las elecciones andaluzas. Quienes creen que es el momento de dar este paso suman a sus argumentaciones el hecho de que las problemas derivados de la invasión de Ucrania (encarecimiento de la energía, inflación desmadrada, falta de materias primas para la producción industrial, tensiones con sus socios de Podemos y un largo etcétera) no parece que vayan a resolverse a corto plazo y, además, a día de hoy los socialistas encabezan las encuestas.