Hemos tenido que llegar a una guerra incruenta y a una situación económica desesperante para darnos cuenta que no sabíamos nada. Una vez más. Ya nos pasó con la pandemia y el parón de la economía super china. Ahora tras la invasión de Ucrania tampoco sabíamos nada de quién movía los hilos de la política y la economia a escala europea o mundial, de donde llegaba el cereal que comían nuestras vacas y el gas de nuestras calefacciones, de lo cerca que están empresas que venden y montan armamento y el destino de sus beneficios. Vivíamos en una Europa blanca aparentemente segura y de bienestar. Desconocíamos que el mundo se seguía moviendo en secreto, con miles de interferencias políticas cruzadas obedeciendo a intereses de otros países, por no hablar de espías, ciberataques o bancos europeos que han facilitado durante décadas el blanqueo de dinero negro. Aunque tarde hemos documentado también algo que ya supimos pero que pasamos de puntillas y es que partidos de ultraderecha y euroescepticos estaban al servicio de régimenes autocráticos extranjeros como son Rusia y China con el único objetivo de promover la desestabilización europea y desgastar sus democracias desde dentro. El reciente informe de la Eurocámara en el que participaron más de 130 expertos confirma los acuerdos de cooperación entre el autriaco FPO, la Lega Italiana o el Reagrupamiento Nacional francés, entre otros, con la formación Rusia Unida de Putin. Hay muchos más ejemplos de servilismo. El ex canciller Schoreder y el ex primer ministro de Finlandia fueron contratados por Gazprom, el monopolio de gas ruso, para acelerar el proyecto de gaseoducto ruso-alemán. El Frente Nacional francés recibió en 2014 cerca de once millones de dólares de un banco ruso, desveló el rotativo Bild. Operaciones firmadas poco antes del controvertido refrendo sobre la anexión de Crimea por Rusia. Precisamente el presidente francés Emmanuel Macron alertaba este fin de semana en su miting de campaña en Paris sobre una victoria de Le Pen, que no hay que olvidar que en 2017 proponía la salida de la moneda única y de la UE posición que luego corrigió. Y añadía Macrón: "Nos hemos acostumbrado a permitir que haya candidatos que se llaman patriotas mientras el extranjero financia su proyecto y su partido", en alusión a Putin. Curiosamente el lider de Vox y otros ultras europeos Santiago Abascal tras la invasión rusa se han apresurado a borrar los tuits en los que citaba y alababa al presidente ruso. El rastro de los rublos que conectan al Kremlin con la extrema derecha en Europa se oculta. Si Europa quiere salir más unida en esta guerra, la derivada sería que partidos como Vox quedaran debilitados, no solo por su ideario antidemocrático sino también por su oposición a una Europa fuerte y unida, solidaria, basada en la justicia social y la solidaridad, formaciones que además cuentan con dudosos aliados. Relaciones que, en el caso de Vox, existen desde la formación del partido en 2013 a través del lobbies y organismos vinculados a oligarcas rusos como Hazte Oir y CitizenGo y su ideario ideológico sobre mujer e igualdad. Lo dicho, no sabíamos nada.