uede que las cosas sean lo que son. Puede que así sea en la realidad más descarnada y desprovista de interpretación, de historia, de intereses, en definitiva, en la realidad que percibiríamos si no tuviéramos miradas sesgadas, orientadas, limitadas. Pero a esa instancia cruda tenemos poco acceso, así que las cosas son lo que son más el imaginario que las envuelve, inunda y por lo tanto cambia y puede que en la práctica hasta dejen de ser lo que son en gran medida. Todo esto para decir que las cosas muchas veces funcionan como si no fueran lo que son de puro interpretadas que están. Tendemos a considerar normal y fuente de normatividad más la forma de mirar las cosas que a las cosas.

Por ejemplo, si lo normal es no tener la regla, ¿para qué vamos a contemplarla en la legislación? Máxime si cuando la regla produce dolor incapacitante este no duele. Como que no hay cosas más importantes. ¿Exagero? Estos días he recordado una experiencia de antes de la epidural. Si algo escuché repetir en la preparación al parto es que si se respiraba convenientemente no había dolor porque el parto era un proceso fisiológico y, para reforzarlo, se citaba una frase de Ortega. Por resumir, doy fe de que dolía lo suyo y de que Ortega no parió. Negar el dolor de las mujeres no es de hoy. Que las mujeres tengan que hacer como que no existe tampoco.

Argumentar que considerar bajas laborales para casos de reglas incapacitantes irá en contra de la empleabilidad de las mujeres es como decir vais a tener que aguantaros, chatas. Una hernia o una buena bronquitis, sin problema, pero esto, ¿no tenéis bastante con ser menos contratadas y cobrar menos?, ¿vais a dar más razones? Lo dirán por nuestro bien. Seguro.