icen por Navarra Suma Pamplona que el asunto este de poner bares al lado de los bares cerca de más bares y barras del bar equis delante de la terraza del bar equis que está delante de la barra interior de ese mismo bar equis que lo que se pretende también es acabar con el botellón en el que se había convertido la plaza del Castillo. Vamos, matando moscas a cañonazos. El botellón, lo crean o no Maya o Labairu, va a seguir, en la plaza del Castillo y donde haga falta, porque los precios para mucha gente son inasumibles: son precios que hacen inviable para muchos que puedan estar de bar en bar. Así de claro: beber y alimentarse en Pamplona, en el centro de la fiesta, es caro, tirando a prohibitivo según zonas, y esto es una realidad que cada año es más evidente, en la medida en la que el poder adquisitivo de muchas personas está como está, ya que la vida cabalga hacia arriba y lo sueldos si los hay cabalgan hacia los lados cuando no hacia abajo. ¿Acabar con el botellón poniendo más barras? No sé, Rick, suena raro, como suena raro aquello que dijo la concejala de Cultura, García Barberena, cuando comentó que la música que iban a poner los djs que van a instalar ahí en pleno centro para solaz del vecindario -en la plaza del Castillo lo creamos o no viven personas humanas, con sus orejas y sus sistemas nerviosos- "no será música electrónica, ni maquinera ni techno, sino El tractor amarillo. Cielos, menos mal que estaré lejos, solo de pensar en horas y horas de paquito el chocolatero y el tractor amarillo y el all my loving se me pone una cara de Paco Martínez Soria que no me aguanto. Madre santa, qué verbena, amén de que hace ya 40 años que la música techno está en nuestras vidas y hay de todo, tan aguantable o inaguantable como un pasadoble, una jota, una cumbia o Van Halen. Pero vamos, que de paso que acaban con el botellón te acaban con el buen gusto.