in camareros no hay poteo, eso está claro y parece que cada vez se está poniendo más complicado el tema. Faltan profesionales de la hostelería que cubran la campaña de verano, nada menos que 50.000 en todo el Estado. Faltan en las zonas de costa y en las de montaña y escasean para la temporada festiva, como la que tenemos aquí la vuelta de la esquina. Hace unos años los bares estaban sobrados de jóvenes dispuestos a trabajar lo que fuera. Eran los dueños los que decían: “estas son mis condiciones y si no te gustan tengo 20 esperando”. Pero ahora la cosa ha cambiado, ahora son los camareros y camareras los que pueden decirlo y eligir la mejor oferta. Y lo están haciendo, sobre todo para reivindicar unas condiciones laborales dignas en un sector que durante muchos años ha tenido personal sin cumplir los mínimos, hasta sin contrato en las temporadas altas o los extras. Jornadas interminables, horas de noche que no se pagan, días trabajados no cotizadas, pagos en b... eso es al menos lo que cuentan muchos de los afectados. Seguro que hay otros que están mejor y que no serán pocos los hosteleros que cumplen, pero hay que poner el foco en la precariedad para vencerla. Y no son solo los camareros o el personal de hostelería en su conjunto el que escasea, empieza a existir una corriente real de que falta mano de obra estival en varios sectores, de que la gente joven ha dicho basta. Son muchas las manos que escasean, cualificadas o no, porque para una determinada generación el verano ya no se presenta como un tiempo de trabajo a cualquier precio para ganar un dinerillo y coger experiencia, sino que optan por coger experiencias de la vida y del ocio y trabajar en condiciones más dignas cuando sea. Es una opción a la que hay que atender, porque la falta de personal en algunos campos es ya un problema para mantener el nivel de desarrollo y crecimiento económico. Y la respuesta no puede ser, como esta pasando en el sector hostelero, que en lugar de mejorar las condiciones y hacer atractivas las ofertas se busque mano de obra precaria para cubrirlo. Siempre hay personas que no pueden rechazar una oferta por muy mala que sea y de eso se valen. Luego hay otros problemas no menores en zonas de alta incidencia turística, como es la falta de vivienda para poder alojarse los meses de verano mientras se trabaja, por el abuso de los apartamentos turísticos y los alquileres sin control. Todo va de la mano, trabajo y vivienda, dos derechos que no se acaban de consolidar.

Empieza a existir una corriente real de que falta mano de obra estival en varios sectores, no solo la hostelería, de que la gente joven ha dicho basta