pesar de que la Mesa de los Tres Reyes (2.446 m) es nuestro monte más alto, suele ascenderse desde Linza (Huesca), por una ruta más corta que las que parten de Belagua, en territorio foral. Fue precisamente de Linza de donde salió el pasado 15 de marzo el montañero gasteiztarra Iñaki Morillo con intención de coronar esta cumbre, y desde donde, esa noche, al advertir de que no había regresado a su coche, se avisó a la Guardia Civil al ser este cuerpo el encargado de este tipo de rescates en territorio aragonés. Según se ha sabido ahora por una interpelación en el Parlamento Foral, Bomberos de Navarra, ofreció hasta dos veces su ayuda para encontrar al desaparecido, a lo que se negó el cuerpo armado. El permiso no llegó hasta quince horas después, el mediodía del 16. Tras una salida infructuosa la tarde de ese mismo día, los bomberos de Navascués encontraron el 17 el cadáver del montañero, muerto de agotamiento. En el Parlamento, a las críticas lanzadas por Geroa Bai y Bildu contra la actuación de la Guardia Civil, ha respondido Javier Esparza (Navarra Suma) pidiendo “no hacer política con estas cosas”. Fue, sin embargo, Navarra Suma, el primero que politizó este tema cuando, a primeros del año pasado, se anunció el desmantelamiento del grupo de rescate de la Guardia Civil de Roncal, después de que, en mayo de 2019, Bomberos de Navarra creara su propio grupo. El senador de UPN, Alberto Catalán, llegó a preguntar sobre este tema al Gobierno de Sánchez, mientras cierta prensa madrileña se hacía eco de su preocupación hablando de “concesión al nacionalismo” y de “nuevo paso para echar a la Guardia Civil de Navarra”. Conozco por experiencia ajena pero cercana la efectividad de los GREIM en materia de rescates, pero parece que esta vez primó la peor cara de la política sobre la profesionalidad. A Iñaki Morillo seguro que le habría dado igual el uniforme de sus rescatadores, pero si hubiera salido de Belagua tal vez hoy estaría vivo.