Todavía se puede notar entre las paredes del Condestable el calor desprendido por los cien cerebros trabajando a tope, que se dieron cita ayer en las jornadas organizadas por la Fundación Iruñeko Komunikabideak y Euskaltzaindia. Una sola pregunta y mil ideas: ¿qué hacer para reforzar la práctica oral en euskera de los jóvenes de entre ocho y doce años?

Está claro que matricular a las niñas y niños en el modelo D no es suficiente, porque, al fin y al cabo, eso no llega a garantizar más que un uso académico correcto de la lengua y un contacto con el idioma de unas pocas horas al día, los días que hay clase. De los jóvenes que hoy en día estudian en euskera en Navarra el 60% declara que hablar en euskera le supone un sobre-esfuerzo. Es evidente que hacen falta oportunidades para desarrollar el uso del idioma fuera de las aulas.

También ayer UEMA, la Mancomunidad de Municipios Euskaldunes, dio a conocer unos interesantes datos: de todas las series y dibujos animados que han visto recientemente los jóvenes de esa edad, sólo el 10,6% estaban en euskera, y el porcentaje desciende a medida que aumenta la edad: sólo el 3,1% de los alumnos de Bachillerato ha visto audiovisuales en euskera. Entre los más pequeños el 42,9% recurren a la Clan de RTVE, frente al 22,1% que los ve en ETB3. Y eso en los municipios donde más fuerte está el euskera.

Buscar soluciones es complicado, pero lo que sí está claro es que hay que facilitar la interacción de los jóvenes en euskera y la creación de contenidos interesantes que puedan competir con todo lo que viene en otras lenguas, y es evidente que para ello el 0,18% del presupuesto de Navarra dedicado al fomento del euskera se queda muy muy corto.