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A la contra

Jorge Nagore

Compromiso

CompromisoOskar Montero

Les contaré mi caso concreto, por si sirve, sin ánimo de pretender transmitir que es lo que hay o no que hacer o suponer que como yo estoy contento otros y otras lo tengan también que estar, puesto que cada cual tiene su situación personal. Me refiero al tema del reciclaje y de la tarjeta que abre y cierra contenedores. A mí, personalmente, me gusta. Me gusta por una razón creo que bastante simple: reciclo mucho más y mejor que antes, separo mejor y, por tanto, pienso que estoy haciendo algo correcto de una manera correcta. ¿En qué me ayuda que tenga que tener una tarjeta o una llave que sirva para abrir los contenedores? Pues creo que es psicológico, que la tarjeta es como un eslabón más del proceso: quizá si el contenedor estuviese abierto como que me daba más igual tirar todo ahí mezclado. En cambio, ahora creo que quien recicla lo hace más conscientemente y aunque también se puede ir con la tarjeta y echar todo sin reciclar y enmierdar, pienso que es menos habitual que antes, que levantabas la tapa del contenedor y en la fracción resto iba de todo. Ahora, aunque lógicamente separar en casa tiene su trabajo –ridículo si lo piensas fríamente–, la bolsa de orgánico la tardo mucho más en llenar y me siento bien porque pienso que lo que sale de casa va todo a donde tiene que ir. ¿Me parece mal que se sepa que esa llave o tarjeta que abre unas puertas es de mi piso? No me afecta, ni para bien, ni para mal. No creo que me controlen, a lo sumo sabrán qué número de veces abro y cuáles, pero no pueden controlar qué tiro ahí. Pero el mero hecho de que haya ya un trabajo enorme por parte de miles de personas en sus casas y por parte de los responsables y que se esté reciclando mejor y más me sirve para no relajarme y dar por bueno el sistema. ¿Tiene errores? Seguro. Pero en el 95% de los casos quien no recicla es porque no quiere. El sistema es mejorable, pero ayuda.