Tengo la sensación de que, cuando nací, en los periódicos de la época, junto con las crónicas en las que se hablaba de los goles de Ostívar, Mata o Laguna con Osasuna o se recordaba el abandono de Francisco Javier Galdeano en el reciente Giro, ya se incluían sueltos o despieces en la información municipal en los que se hablaba de unos problemillas en la pasarela del Labrit. La pasarela del Labrit debió de construirse calculo que el año 1.500 antes de Jesucristo y luego la quitaron y estuvo ahí miles de años en modo aire, pero presente en espíritu, hasta que en 2010 tuvimos la brillante idea de volverla a colocar con el acerico corten ese tan sarnoso y aquí estamos, 12 años más tarde, leyendo en prensa día sí y día no qué dinero llevamos gastado en la broma, quién se hará cargo del desaguisado y en qué fase del proceso se encuentra el asunto, que a lo que leo estamos actualmente en una nueva fase de arreglos –la 33.000– para en breve proceder a una prueba de carga a ver si se viene abajo o no se viene abajo o lo que les tenga que suceder a las estructuras éstas cuando no están del todo bien. Yo, el caso, es que bastante tengo con mi miedito con lo de Rusia y Ucrania como para jugármela más, así que el otro día pasé por debajo y me juré que si finalmente la ponen de nuevo en marcha va a cruzar por ahí Carlomagno, que a mí no me pillan. No tengo el cuerpo para más inquietudes. Es como esa gente que se sube en el avión, se pegan dos horas arreglando el avión por algún asunto y aguardan con toda la chicha a que pase el arreglo y vuelan con total paz. Esa gente son o superhéroes o suben al avión ciegos de Valium y JB. Yo por esa pasarela ya digo que no paso. ¡Si llevan más tiempo arreglándola que lo que estuvo en funcionamiento! De responsables políticos por supuesto ni hablamos. Eso no ha habido aquí desde el 1.500 aC ese. No es una de nuestras recias tradiciones. l