Los días 12 de octubre suelen ser la mar de divertidos, porque, a pesar de que las redes sociales ya no son una novedad y por lo tanto se ha perdido parte de ese impulso inicial que teníamos todos de querer dejar constancia de cada una de nuestras taras, filias y fobias, sigue habiendo un porcentaje nada desdeñable de seres humanos personas que sienten la necesidad imperiosa de comunicarnos a los demás qué opinan del 12 de octubre, ya sea con una bandera española, himno o con una canción de Paco Ibáñez versioneando a Brassens y su Mala Reputación o algo a favor de los indígenas o lo que fuere. Luego están los cada vez más abundantes que ante semejante despliegue ya pasan directamente del tema, como pasan de felicitar la Navidad el 24 de diciembre o de felicitar el solsticio de invierno, que es en lo que se divide la cosa entonces. Es un poco como estos que fueron el otro día a El Sadar a insultar a la selección española y tal, que siguen teniendo la necesidad de plasmar sus fobias y allá que fueron. Yo ya estoy muy mayor para sorprenderme de casi nada y allá cada cual con sus cosas, pues todos tenemos las nuestras, pero, sinceramente, creo que hay cuestiones que se definen solas. En redes sociales hay mucho de eso, el clásico o la clásica a la que no le gusta un evento o algo pero es incapaz de no expresarlo, con lo cual acaba formando parte del propio evento que quiere criticar. No sé por qué siempre me acuerdo de Mecano –hay que joderse– y aquella de Ahí me colé y en tu fiesta me planté. Bueno, el caso es que tenemos que haber gente pa tó y mientras las situaciones no pasen a mayores o superen límites está bien que así sea, aunque, no sé, quizá no estaría de más asumir que a veces lo más conveniente es darse cuenta de que otros celebran algo y que no te toca participar. Y no hablo de nada concreto, ni el 12-O ni el fútbol mencionado, ni nada. En general.