Se cae durante dos horas WhatsApp, la gente entra en pánico y pienso cuántas de esas comunicaciones que han quedado bloqueadas podrían haberse entablado por vía telefónica. Pero todos, los más jóvenes y hasta los de más edad, nos hemos acostumbrado a poner voz a las teclas del móvil aunque ello suponga cierta descoordinación en el ritmo del diálogo y pierda la calidad que supone captar en la otra persona las ironías o percibir su estado de ánimo. Para eso están los emoticonos. O las videoconferencias. WhatsApp ha revolucionado la comunicación pero en algunos casos se ha convertido en un entretenimiento anodino cuando no en algo por completo insustancial y en ocasiones hasta molesto. Pero todo tiene sus pros y sus contras; y algo tan simple como saber el minuto de la última conexión procura una información sustancial sobre la persona que buscamos. Muchos padres y madres saben a lo que me refiero. Esas caídas en el servicio sirven, por un lado, para darnos cuenta de lo supeditados que estamos al dispositivo y, por otro, a la empresa propietaria le permite evaluar de primera mano el enorme poder que maneja y el valor económico del negocio.
Recurro a la comparación entre el uso de WhatsApp y del teléfono al hilo de una conversación en la que se desliza la pregunta sobre cuántas personas siguen conservando el aparato fijo. Porque si algo ha ido perdiendo utilidad son los viejos teléfonos de mesa, los de largo cable enchufado al cajetín, los que cuando suenan alborotan toda la casa. Hago un repaso mental por los hogares de la gente joven que conozco y prácticamente ninguno lo tiene. Y quienes conservamos el viejo 948 lo hacemos atendiendo a las necesidades de nuestros mayores o por exigencias de contrato; los ancianos, y las empresas que tratan de vender luz, gas o telefonía, son los únicos que llaman. El dato más elocuente de lo que digo es la desaparición de las guías de teléfonos, aquellos gruesos tomos que ahora no pasarían el filtro de la ley de protección de datos.
WhatsApp nos ha cambiado la vida. Unos 2.000 millones de personas lo usan en todo el planeta. Meta, la compañía de Mark Zuckerberg, que engloba a Instagram y WhatsApp, obtuvo el pasado año un beneficio de 39.370 millones de dólares. Es algo imprescindible ya en el día a día. ¿Se imaginan que decidan cobrar por su uso?