Total, que el resumen de todo esto es que no puedes dejar sin poner por escrito lo que has acordado porque eso de que los navarros y navarras somos personas de palabra es otra de las falacias más que se utilizan cuando se exalta uno de chovinismos. Resulta que las empresas navarras necesitan equipos de protección para ir a trabajar, te ofreces a hacer de intermediario y comprarlas, pero como no firmas un convenio que les obligue a comprarlas pues te jalas con patatas las mascarillas. Es hacer el canelo, sí, pero también la parte empresarial abusa –como casi siempre– de la voluntad de Sodena por echar una mano. Porque la ecuación era y es clara: las mascarillas eran para las empresas, no para Sodena, que no necesitaba las mascarillas. Quien necesitaba mascarillas y por cientos de miles en un momento dado era la CEN, que compró los primeros cientos de miles y que en cuanto bajó el precio en unos mercados hasta unas semanas antes imposibles y muy caros se fue para allá y dejó a Sodena y al contribuyente con el culo al aire. Veo a José Antonio Sarriá en uno de sus últimos actos como presidente de la CEN con la mascarilla adquirida y pagada por Sodena, lo veo junto a Ayerdi y Pilar Irigoyen. Esa responsabilidad que llevaba Sarriá es la que debería haber asumido luego su sucesor, Fernández Valdivieso, que curiosamente fue mandamás en Sodena antes de entrar en la CEN a sustituir a Sarriá. Personas de palabras, jajajaja, te meas con las bobadas autóctonas. Las palabras han llevado a tener 1,8 millones de euros en mascarillas en una nave, a punto de caducar y con la derecha mediática y política pivotando del lado de la CEN, por supuesto, porque a la CEN hay que darle todo y no exigirle nada. No sé cómo acabará el asunto, si en los tribunales o con un acuerdo de mínimos, pero espero que sirva para futuros convenios con esta gente: todo por escrito y firmado de arriba a abajo.