“Nunca hemos tenido peores resultados en el País Vasco, a pesar de las cosas que hicimos...ta ta ta”. Reproduje la frase de Felipe González, onomatopeya incluida, en un encuentro del Foro Social Permanente celebrado en el salón de plenos del Parlamento de Navarra (Noviembre, 2016). La socialista Inma Jurío, miembro de la Ejecutiva del PSN-PSOE, parlamentaria foral entonces y actual vicepresidenta primera de la Cámara, me alcanzó a la salida, se explayó en descalificaciones por mi actuación como moderador y me tildó de sectario. Supongo que ahora habrá enmarcado la reciente entrevista al ex-ministro del Interior José Barrionuevo en El País, donde reconoce con naturalidad guerra sucia y delitos, y la habrá colocado en sus despachos institucional y de partido. Quizá junto a las de los ex-presidentes socialistas navarros Urralburu y Otano. Barrionuevo, condenado por el Supremo a diez años por secuestro y malversación de caudales públicos, fue acompañado a la cárcel por el propio González, cumplió tres meses y fue indultado por Aznar.

Reprocha a González que no se atreviera a indultar a Amedo. “Los etarras decían que era una guerra. Yo no puedo actuar contra los que están disparando desde mi trinchera, aunque hagan algún disparo equivocado”, justifica así su inhibición ante el conocimiento de un delito. En el caso de Mikel Zabalza (todavía opaco como secreto oficial) conminó a optar entre la versión oficial (ahogamiento en huida) o “la de los que son amigos de la gente que asesina, que secuestra y que extorsiona en el País Vasco”. Hedor insoportable. El Parlamento de Navarra ha sido incapaz de aliviarlo con una corriente de aire democrático. Las declaraciones institucionales exigen unanimidad. El matiz semántico entre “rechazo” y “condena” la impidió. En el caso de “condena”, EH-Bildu es reticente por el efecto rebote en relación con ETA. El torpedeo partidista incapacitó para la reprobación severa de tanto cinismo. Indignidad.