Coño, los y las periodistas más versados en los asuntos municipales y políticos llevan varios días afirmando que lo que se está produciendo en la alcaldía de Pamplona con Enrique Maya y su por él mismo desmentido anuncio de que no va a seguir no deja de ser sino el clásico movimiento de querer largarlo públicamente antes de tiempo para dar paso a otra gente: vamos, quitárselo de en medio para que se empiece a aclarar el horizonte municipal y las distintas alternativas que haya en UPN puedan mover sus fichas. Es curioso. Siempre se ha dicho que las principales andanadas en política llegan siempre de tu propio partido y no parece que este caso vaya a ser diferente, vistos los movimientos y publicaciones de esta semana. Maya, delfín de Barcina con perfil muy bajo y que inicialmente ni siquiera era afiliado a UPN, ha pasado en una década a ser un peso pesado en el partido y en esta legislatura en la cara más visible y potente del otrora rodillo de la derecha. Pero no es menos cierto que los años van cayendo para todos, que la política, mal o bien hecha, desgasta y que seguramente Maya le esté dando muchas vueltas a muchos asuntos, internos de UPN, de la posible o poco viable coalición con de nuevo Ciudadanos y PPN y también externos: las opciones reales de gobernar. Por ahora, suenan nombres como los de las concejalas María Caballero, Ana Elizalde o María Echávarri, las dos primeras ya muchos años en el consistorio. Y, desde el Parlamento, sonando el nombre de Cristina Ibarrola, que ya fuera directora general de Salud y azote de los distintos consejeros y consejeras de Salud estas dos últimas legislaturas. Veremos si no se van sumando nombres a estos o desapareciendo de las listas de posibles sustitutos de un político que al menos por ahora parece que se hubiese ido por si solo pero que si le quieren obligar a irse a saber si no se lo piensa más.