A muchos nos parece excesivo el afán punitivo y recaudatorio que con los conductores tiene la Dirección General de Tráfico. Porque todos nos creemos ases del volante y ejemplo de civismo en la carretera. Con los pillados in fraganti vulnerando el Reglamento de Circulación y el civismo más elemental al volante, es otra cosa. Sobre todo en lo referido al exceso de velocidad, verdadero talón de aquiles de la seguridad en las vías públicas. Los comportamientos temerarios y casi criminales de algunos conductores deben de tener castigos contundentes y ejemplares. En Austria van a cortar por lo sano. Su Gobierno prevé adoptar una enmienda legal para poder incautarse y subastar los vehículos de los temerarios conductores que repetidas veces superan ampliamente los límites de velocidad permitidos. Algunos conductores tienen en sus manos no un volante, sino un arma letal, que es en lo que se convierte un automóvil a las velocidades que algunos circulan con sus potentes bugas. La ministra de Transporte y Medio Ambiente, la ecologista Leonore Gewessler, propone además multas de 10.000 euros y privación del carné durante años para los reincidentes. En Austria lo tienen claro contra los locos al volante.